Hace ya cinco años del accidente que sufrió Samir en la ciudad de Ceuta. El joven iba cada día a trabajar y con ese dinero que ganaba ayudaba a su madre, esa mujer que lleva a los pies de su cama desde entonces en la habitación del hospital.
Samir se encuentra en un estado en el que necesita la ayuda de la Administración. Lo que se pretende es echarlo literalmente a la calle, porque supone, según una senadora de VOX, un gasto muy elevado, para la sanidad.
Parece ser que toda la culpa de que nuestra economía se encuentre en horas bajas y de que la sanidad española esté como está, es de este pobre chico.
Es penoso y vergonzoso que este lamentable suceso se haya politizado y a nadie se le parta el corazón al ver a esta pobre madre llorando a diario y preguntándose, ¿pero qué hago yo con mi hijo en estado si me voy de aquí y vuelvo a Marruecos?
¿Pero de qué se trata entonces? Se trata de que no es español, parece ser. Ahora saldrá diciendo esta mujer que, en ningún momento ella ha manifestado esto porque es extranjero y que por supuesto esto no tiene tintes racistas.
Claro que no, le contesto yo a ella, aquí está todo dicho, porque estas repugnantes declaraciones, hablan por sí solas.
Señora haga política y no diga más sandeces. ¿Acaso su sangre no es roja? Porque la mía lo es, al igual que la de Samir y la de esa pobre madre que sufre al ver que nadie dice nada y que nadie la ayuda. ¿Dónde están los abogados que defienden los derechos humanos? Este hecho ocurrió en suelo español y tanto el que lo atropelló, como los testigos que no hablaron, como los que hoy miran hacia otro lado, son culpables de que no se actúe ya.
¿Qué hace esa mujer ahora? Su hijo era el único sustento. Se van debajo de un puente. Ese parece ser su destino. Y el día que ella se vaya, ¿Qué va a suceder con Samir?
¿Dónde está la humanidad del ser humano? Nos hemos vuelto egoístas, sin empatía e insensibles. Es un problema de todos, no solo de esta familia.
Todo lo que nos está pasando es poco para lo que nos merecemos. No es de ser buena persona ver sufrir a los demás y no hacer nada, quedarnos impasibles, eso es de ser mala gente.
No me refiero solo a las administraciones, ya que para ellos somos números e insignificantes, hablo de la sociedad, de los hombres y mujeres, padres y madres. Todos somos iguales y cuando sangramos, nos duele.