Una mujer que viajó en este autobús tuvo que presenciar lo siguiente que, me ha hecho llegar mediante correo electrónico para que se sepa.
Son las 15:15 horas del viernes 3 de julio y ya está sentada en su asiento. Destino estación de autobuses de Murcia, salió desde Yecla. Empresa Interbus.
El como se siente esta mañana no es comparable al cómo se sintió ayer durante todo el trayecto hasta llegar a su casa.
Equipada con mascarilla desde el minuto uno, comienza a ver que la gente entra sin ella, por debajo de la nariz o en la barbilla, otros y esto es lo más sorprendente, suben sin ni siquiera llevarla en la mano, directamente no llevan mascarilla. Comienza a alterarse y a sudar más de lo normal; los nervios se han apoderado de ella y no puede evitar llorar.
Nadie dice ni lo más mínimo al ver a estos mentecatos al actuar con tanto desprecio al resto de los allí presentes, tampoco yo lo hago, tengo miedo por mi seguridad, ni el conductor replica, imagino que ya lo habrá dicho en otras ocasiones y habrá recibido insultos y/o agresiones, así que no querrá meterse en problemas.
Tantos días haciendo las cosas bien, después de más de tres meses, haciendo la compra con la mascarilla, paseando con ella, no visitando a mis padres que son mayores, por miedo a contagiarlos, de repente tengo que coger un autobús porque el coche lo tengo en el taller y ahí están ellos. Se nos está diciendo que los rebrotes están creciendo por todo el país y que nuestra región es una de las afectadas y de pronto ves a estos «valientes» hacer lo que les da la gana, simplemente es demoledor, porque mi vida de repente ha pasado a depender de ellos y a perjudicarme a mí y a los míos. Es el momento de demostrar quién es el más egoísta y ayer lo pude comprobar.
Gente joven y otra no tanto que se ríe de este virus, me producen asco y escalofríos a la vez. Ojalá este bicho fuera visible a nuestros ojos y al asomarnos por nuestras ventanas lo viésemos ahí. Seguro que así se verían amenazados y el miedo que siento yo también se apoderaría de estos impresentables.
Todos hemos visto que no entiende de edades y lo que este virus puede provocar y ese muchacho de 34 años que después de 90 días vuelve a su casa y tiene que reaprender a hablar y a caminar, a mí y sé que a millones de personas nos produce mucha tristeza.
Lloro y me siento triste al ver tanto egoísmo y falta de solidaridad y no puedo hacer más que rezar para que esto se pare y no haga más daño. Casi 50.000 fallecidos parecen ser pocos para todos esos descerebrados que creen tener a este bicho a raya, pobres necios y torpes que aparte de jugar con mi vida exponen las de los suyos.
El egoísmo es una conducta que no permite ver más allá de uno mismo.