Editorial firmada por el periódico ABC
La política exterior de Sánchez pone en riesgo los intereses nacionales en el Estrecho,
La relación entre España y Estados Unidos atraviesa un momento crítico. Mientras la nueva Administración estadounidense estrecha lazos con Marruecos, la conexión con España se ha enfriado hasta el punto de que, tras cincuenta días desde la llegada de los republicanos al poder, no ha habido contacto entre ambos gobiernos. Esta situación supone un riesgo estratégico para España, particularmente en lo que respecta a Ceuta y Melilla, dos enclaves cuya estabilidad siempre ha estado condicionada por la relación entre Rabat y Washington.
Fuentes militares y diplomáticas han advertido de que el deterioro de las relaciones entre Madrid y Washington puede debilitar la posición española en cuestiones clave como la inmigración, la soberanía de las ciudades autónomas y el equilibrio de poder en el Estrecho. Marruecos, que ha utilizado históricamente a Ceuta y Melilla como arma diplomática, ha fortalecido su alianza con EE.UU. desde la primera presidencia de Donald Trump, lo que podría traducirse en un respaldo más explícito de Washington a las aspiraciones marroquíes.

Portada del diario ABC
Sánchez y su pulso con Trump: consecuencias para la política exterior
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha optado por mantener un tono confrontativo con Donald Trump, enmarcándose como su principal antagonista en Europa. Sin embargo, esta estrategia, más enfocada en la política interior que en la diplomacia internacional, está generando desconfianza en Washington, un factor que no solo afecta a las relaciones bilaterales, sino que también repercute en la seguridad de España.
A pesar de la importancia estratégica de las bases militares de Rota y Morón, la Administración estadounidense ha mantenido su distancia con el Gobierno español, mientras que ha reforzado sus vínculos con otros países europeos como Francia, Italia y Reino Unido. La falta de comunicación entre Madrid y Washington contrasta con la intensa actividad diplomática de EE.UU. con otros aliados, lo que sugiere una pérdida de relevancia de España en el tablero internacional.
Una diplomacia errática con consecuencias geopolíticas
El deterioro de la relación con Washington no puede atribuirse únicamente a la personalidad del presidente estadounidense. La coalición del PSOE con Podemos y Sumar, y sus posiciones respecto a temas como Irán, Rusia, Argelia y el Sáhara, han generado suspicacias tanto en EE.UU. como en Marruecos. Además, la postura antiisraelí de Sánchez ha sumado nuevos obstáculos en una relación ya deteriorada.
Las recientes declaraciones de Trump sobre España, en las que llegó a situarla erróneamente entre los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), reflejan la falta de sintonía entre ambos gobiernos. Mientras tanto, Sánchez sigue alimentando su discurso antitrumpista, sin valorar las implicaciones estratégicas de esta actitud.
España, con un vecino tan complejo como Marruecos, no puede permitirse una diplomacia basada en la confrontación ideológica, especialmente cuando Rabat fortalece sus relaciones con Washington. La política exterior del actual Gobierno ha mostrado una falta de coherencia y un exceso de politización, lo que puede traducirse en graves consecuencias para los intereses nacionales.
El Ejecutivo de Sánchez ha sido beligerante con la Administración estadounidense mientras mantiene una actitud mucho más complaciente con regímenes como el de Venezuela, una contradicción que podría costarle caro a España en el ámbito internacional. Ceuta y Melilla, como siempre, están en el centro de este juego geopolítico, con un Gobierno que parece no valorar los riesgos de su estrategia diplomática.