Moldavia se encuentra en una encrucijada histórica con la celebración de un referéndum sobre su adhesión a la Unión Europea y elecciones presidenciales. Más de dos millones de ciudadanos están llamados a las urnas para decidir si el país sigue el camino europeo o cambia de dirección. La actual presidenta, Maia Sandu, busca la reelección con una plataforma proeuropea.
La votación se lleva a cabo en un contexto de tensiones geopolíticas y acusaciones de interferencia rusa. La Fiscalía moldava ha denunciado intentos de Rusia por influir en el resultado mediante pagos a votantes y campañas de desinformación. Estas acusaciones han sido respaldadas por la UE y EE.UU., mientras que Moscú niega cualquier implicación.
Según Tinatin Akhvlediani, investigadora del Centro de Estudios Políticos Europeos, la importancia del referéndum radica en que, si Moldavia opta por la adhesión, el país quedaría vinculado a la integración europea, lo cual sería visto positivamente desde Bruselas. Sin embargo, la implementación de esta decisión dependerá del impulso que el gobierno moldavo le dé.
Las encuestas recientes muestran un apoyo creciente a la adhesión a la UE, con un 54,5% de los moldavos a favor, un aumento significativo respecto a meses anteriores. Sin embargo, el 32,4% se opone y un 13,1% permanece indeciso. La participación se espera que sea alta, alcanzando un 67% de los votantes.
En cuanto a las elecciones presidenciales, Maia Sandu lidera las encuestas con un 35% de intención de voto, seguida por Renato Usatii y Alexandr Stoianoglo, ambos con vínculos prorrusos. Se prevé que ninguno de los candidatos obtenga una victoria clara en la primera vuelta, lo que podría llevar a alianzas estratégicas en una segunda ronda.
El proceso de adhesión a la UE implica reformas significativas en Moldavia, incluyendo la transición a una economía de libre mercado y mejoras en el Estado de derecho. La UE ha prometido apoyo financiero, con más de 1.800 millones de euros en los próximos tres años, para facilitar este proceso.
Sin embargo, la adhesión también plantea desafíos, especialmente en relación con la región separatista de Transnistria, donde las fuerzas rusas mantienen presencia. La situación en Transnistria es vista como una ‘espada de Damocles’ sobre Moldavia, complicando el camino hacia la integración europea.
Maia Sandu ha enfrentado múltiples crisis durante su mandato, desde la pandemia de COVID-19 hasta la guerra en Ucrania y una crisis energética. Su liderazgo proeuropeo ha sido clave en la búsqueda de estabilidad y crecimiento económico para Moldavia.
El futuro de Moldavia está en manos de sus ciudadanos, quienes decidirán si el país avanza hacia la integración europea o toma un rumbo diferente. El resultado de esta votación tendrá implicaciones profundas para la política y la economía del país en los próximos años.