Carta al director de Angel García Espinar
Tras leer el reciente comunicado del Instituto Ceutí de Deportes (ICD) y la Consejería de Deporte, no puedo quedarme en silencio. Como ciudadano de esta ciudad, como persona vinculada al deporte y como alguien que ha vivido una época en la que los Juegos Escolares y las competiciones entre centros eran el alma de la actividad deportiva infantil y juvenil, me duele profundamente ver cómo hoy el deporte escolar en Ceuta está abandonado.
El comunicado institucional intenta maquillar con cifras lo que no se puede ocultar: no existen competiciones escolares reales en la mayoría de disciplinas deportivas. ¿Dónde está el atletismo escolar? ¿El baloncesto entre institutos? ¿El voleibol, el balonmano, la natación, el ajedrez, la gimnasia? ¿Dónde están los torneos que antes llenaban polideportivos, patios y pistas deportivas?
Es inaceptable que el ICD pretenda justificar su actuación hablando de una liga escolar femenina de fútbol -una iniciativa impulsada por la Federación, no por el ICD- o de su participación en el programa «Ceuta te enseña», que no es más que una colección de actividades aisladas, donde solo se visita un campo o instalación deportiva sin continuidad, que en ningún caso puede sustituir a una estructura deportiva escolar sólida y bien organizada.
También me sorprende que se utilicen cifras millonarias para intentar acallar la crítica. ¿Qué más da que se invierta mucho si no se invierte bien? Porque la realidad es que el ICD ha externalizado casi todo, ha burocratizado lo esencial y ha permitido que el deporte escolar se diluya entre estadísticas y convenios opacos.
Y lo que más me preocupa: ¿quién controla esas subvenciones? Porque es un secreto a voces que más de una federación deportiva sin apenas actividad real recibe miles de euros de dinero público cada año. ¿Dónde están esos resultados? ¿Quién los fiscaliza? ¿Dónde están los eventos, las escuelas, los campeonatos? ¿O los equipos de categoría nacional ascensores?
Mientras tanto, los colegios apenas pueden organizar un torneo y muchos clubes trabajan con medios mínimos. El ICD debería dejar de escudarse en sus memorias y empezar a rendir cuentas de verdad.
Además, resulta casi ofensivo que se aprovechen del éxito de la AD Ceuta para sacar pecho, cuando todos sabemos que ese ascenso es mérito del club, sus jugadores, su cuerpo técnico y su afición. No del Instituto que mira desde la barrera.
No me mueve otra cosa que el deseo de ver a los niños y niñas de esta ciudad volver a ilusionarse con el deporte, competir con sus compañeros, representar a sus centros, soñar en las pistas como lo hicimos muchos antes. Pero eso no lo van a lograr con propaganda. Hace falta voluntad política, gestión real y compromiso con la base.
Por eso escribo esta carta: porque el deporte escolar no necesita cifras, necesita vida. Y en Ceuta, hoy por hoy, falta vida en las pistas y sobra papel en los despachos.