Amecopress/Antimilitaristas.- Miles de mujeres cruzan diariamente la frontera desde Marruecos hacia Ceuta y Melilla para proveerse de mercancías en los polígonos fronterizos de ambas ciudades, transportándolos después en sentido contrario para entregarlos en Marruecos. Durante horas, se concentran en los pasos fronterizos a la espera de su apertura y tratan de hacer luego el máximo de viajes entre un lado y el otro. Diariamente entran entre 6.000 y 8.000 porteadoras, y se realizan entre 15.000 y 25.000 pases. Por toda la jornada laboral cobran de cinco a diez euros.
Habitan en la zona de Tetuán o Nador y tienen entre 35 y 60 años de media. La mayoría de ellas son madres que viven en situación de vulnerabilidad social extrema, a menudo separadas o repudiadas. Pueden transportar en sus espaldas fardos hechos con tela de entre 80 y 90 kilos. Pero, en muchas ocasiones, cargar fardos tan pesados no es el problema más duro, deben aguantar el frío, la lluvia y el calor, afrontar el pago de los sobornos que les permitan pasar la mercancía y además habitualmente se ven obligadas a soportar la violencia policial, los golpes, el riesgo de avalanchas (en las que algunas han perdido la vida) y el acoso sexual. Una moderna forma de esclavitud que se lleva desarrollando desde hace casi 50 años.
El régimen especial de Ceuta y Melilla, es el resultado de una disposición del Acuerdo Schengen, que determina que quienes en territorio marroquí vivan cerca de los enclaves españoles en Marruecos (Nador en el caso de Melilla y Tetuán en el caso de Ceuta) solo necesitan el pasaporte para acceder a estas ciudades autónomas, donde no podrán pernoctar ni viajar hacia la península. Esta situación permite a los comerciantes de la zona no tener que pagar aranceles aduaneros, ya que es legal pasar mercancías siempre que se lleven encima como equipaje personal.
Las mujeres recogen los fardos en el polígono de El Tarajal en Ceuta o en la zona del Barrio Chino de Melilla para transportarlos al territorio marroquí. Los pasos (espacios muy pequeños flanqueados por redes metálicas, parecidos a una jaula) abren de las seis de la mañana a las dos de la tarde. Si no logran pasar la mercancía a tiempo, deben quedarse en las ciudades españolas en situación administrativa irregular, puesto que no tienen derecho a pernoctar en territorio español, lo cual además del riesgo de detención, amplía los gastos, pues deben pagar a las mafias o alquilar pisos en zonas muy deprimidas para pasar estas horas.
Este comercio, que algunos llaman “atípico” y otros directamente contrabando, supone unos enormes beneficios para las arcas municipales. Aunque no existe una cifra exacta, la Asociación por los Derechos Humanos de Andalucía estima que genera unos 1.400 millones de euros cada año en Ceuta y Melilla, casi un tercio de la economía de cada ciudad. Y, según el semanario marroquí Al Ayam, también supone al año alrededor de 90 millones de euros en sobornos que se embolsan policías y aduaneros magrebíes en las fronteras.
Además, en Marruecos viven directamente de ello unas 45.000 personas y hay otras 400.000 personas que participan indirectamente (comerciantes, camioneros y transportistas que se encargan de la logística necesaria para que el traslado de mercancías sea posible). La frontera hispano-marroquí, clasificada como la séptima frontera más desigual del mundo, según Cristina Fuentes (doctora por la Universidad de Granada con una tesis sobre la realidad de las mujeres porteadoras y miembro de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía) “es un estandarte de desigualdades y de vulneración de derechos humanos”.
“La frontera es impermeable para las personas que no sean productivas para el capital, tales como las personas en tránsito migrantes subsaharianas, pero porosa para quienes, sí que lo son, como es el caso de las mujeres porteadoras”. No solo ellas, hasta 2000 mujeres cruzan cada día la frontera, muchas de ellas trabajan en el servicio doméstico, otras se acaban dedicando a la prostitución. “Esto responde a un sistema colonial, racista y patriarcal donde la mujer marroquí tiene permitido entrar a Ceuta para ser explotada laboralmente y ser objeto de acoso sexista”.