El cuarto webinario del Foro de Debate ‘Mujeres Frente a la Pandemia: mirada de género para una respuesta feminista’ se ha centrado en analizar la discriminación que se ha derivado de la falta de una perspectiva interseccional y, al menos, el modo en el que se han vulnerado los derechos de las mujeres mayores, niñas, LGTBI, migrantes y refugiadas
La crisis sanitaria del coronavirus ha visibilizado cómo las mujeres constituyen la mayoría (70%) de los empleos más vulnerados y expuestos a la infección, sobre todo en el ámbito sanitario y en los servicios sociales. Además, los roles de género han pisado fuerte en el último año relegando exclusivamente a las mujeres los cuidados, tanto de menores cómo de más mayores.
Por todo ello y con motivo del Día Internacional contra el abuso y maltrato en la vejez, 15 de junio, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNPFA) y la organización HelpAge (que trabaja con personas mayores para lograr sus derechos) presentaron el estudio “Llevando la peor parte”, que muestra un aumento del riesgo de abuso y abandono de las personas mayores en todo el mundo. También se incide en la brecha digital hacia esta parte de la población, que quedan excluidas de tratamientos necesarios porque no saben manejar aparatos digitales.
En relación específica a las mujeres, lo que se ha estudiado es que muchas de ellas se han visto abocadas a dedicarse solo a la vida doméstica y a los cuidados: “De pronto su vida se ha parado se ha frenado y han vuelto a su rol exclusivo de cuidadoras, tengan la edad que tengan y tengan la salud que tengan”, ha explicado Isabel Martinez Lozano, presidenta de la organización española HelpAge. Según Martínez, los datos no están en sintonía con la realidad, dado que existen más mujeres mayores que hombres mayores: “Somos más de 5 millones de mujeres con 65 años o más y hombres apenas llegan a las 4 millones. Sin embargo, a pesar de que somos más, estamos más solas, más pobres y tenemos peor salud”.
La presidenta de HelpAge reclama la necesidad de cambiar marcos normativos y conseguir una Convención Internacional de las personas mayores a nivel global. Con esto dice, se conseguiría empezar a acabar la discriminación por edad y, por ende, la vulneración de derechos de las más mayores.
“Lo que no se ve no existe, tenemos que abocarnos a una norma”
Otro colectivo que ha estado invisibilizado, no solo durante la pandemia sino desde hace años, han sido las personas transexuales. Leticia Ojeda, miembro de la Asociación SOMOS, explica que la situación que viven en pleno siglo XXI continúa siendo muy dura y más especialmente durante la crisis sanitaria, dado que, como explica, “administrativamente no existimos, por eso, si tenemos cualquier problema no sabemos dónde acudir”.
Ojeda ha explicado la campaña que realizaron desde SOMOS para llevar alimentos y respuestas sanitarias porque los problemas se agudizaron; no sólo no tenían qué comer, tampoco pagar el alquiler o permitirse tratamientos sanitarios.
La activista confía en que la futura ley trans ayude a mejorar los derechos del colectivo porque son más necesarios que nunca: “Esta parte del colectivo ha estado en el olvido mucho tiempo y ya es momento de reivindicarse y nosotras juntas como feministas y mujeres y que entiendan que no estamos para restar más derechos a nadie, sino para sumar apoyo”.
Las niñas también han sido vulneradas
Catalina Perazzo Aragoneses, Licenciada en Derecho, ha puesto el foco en la situación de las niñas y adolescentes a raíz de la pandemia. En términos globales, ha explicado la importancia de frecuentar las escuelas, derecho que ha quedado suspendido durante gran parte de la crisis sanitaria. Como resultado de ello, en todo el mundo más de medio millón de niñas corren el riesgo de contraer matrimonio infantil. Por ejemplo en India, país protagonista de esta violencia sexual, ha visto aumentado el número de matrimonios infantiles debido a la frágil situación económica de las familias.
Por lo que respecta a España, Perazzo, cuenta que han podido estar en contacto con las familias y trabajar con niños, niñas y adolescentes para medir el impacto que refleja un desgaste en muchos casos emocional y con peligro de la salud mental: “aún estamos a tiempo de corregir el impacto de la pandemia en niñas”.
Tampoco son buenas las noticias que aporta la Macroencuesta contra la violencia de género, dado que muestra que más del 41% de las adolescentes han sufrido violencia psicológica por parte de sus parejas. Sin embargo, la licenciada en derecho ve con buenos ojos la ley de infancia aprobada hace pocas semanas para proteger a los niños, niñas y adolescentes.
Migrantes y refugiadas
Las mujeres migrantes y refugiadas han sufrido los impactos de la pandemia en origen (cuando deciden emigrar), durante el tránsito y en su llegada al destino. Ana Lite, Subdirectora Adjunta para el Emprendimiento, la Igualdad en la Empresa y la Negociación Colectiva, del Instituto de las Mujeres, explica que los motivos que impulsan la migración no son únicamente por causas de reagrupación familiar; sino que hay causas económicas, dado que en ocasiones son ellas las que inician el proyecto migratorio en primer lugar pero también hay causas sociales que las impulsan a buscar otro lugar para vivir, así como causas de seguridad.
Dentro de ese grupo se distingue a las refugiadas, que como desarrolla Ana Lite, estas huyen de de la violencia de género específica por ser mujer, como pueden ser los Matrimonios Forzosos o la Mutilación Genital Femenina: “la gravedad de esta situación es que estas formas de persecución están más invisibilizadas”. De hecho, el Convenio de Ginebra no recoge como causa de persecución la de género, ha explicado Lite.
Ahora bien, toda esa situación ya vulnerada de por sí se ha visto más afectada por el coronavirus, ya que las ayudas se han reducido al no permitir la ayuda de ONG´s a causa de los confinamientos, las listas de espera se han incrementado manteniendo a las mujeres en un “limbo” o la peor situación económica tanto en el país de origen como en el país de destino.