Nacho Carretero (1981, La Coruña) es un periodista y escritor español, conocido por su libro ‘Fariña’. Este martes ofreció una charla en el I.E.S. Almina con motivo del Día de las Letras Galegas, así como un coloquio sobre su libro en la Biblioteca Pública ‘Adolfo Suárez’ donde pudo hablar con sus lectores del éxito de esta obra.
- ¿Qué te ha traído a Ceuta?
El origen de lo que me ha traído a Ceuta era una charla, que se ha convertido en varias, y la invitación del Centro Gallego de Ceuta con motivo del Día de las Letras Galegas. Para ser sinceros, no sabía que existía un centro galego en Ceuta, pero al final hay galegos en todas partes. Me hizo mucha ilusión, primero, por dar apoyo al Centro Gallego y, después, porque Ceuta es un sitio donde ya había estado y me fascina desde un punto de vista periodístico. La realidad de aquí es única y singular. Siempre que tengo oportunidad, vengo. Lo mismo con Melilla. Son dos lugares únicos que, además, no tienen la atención ni mediática, ni cultural suficiente y que se merecen. Yo siempre digo que si Ceuta y Melilla estuvieran en otro sitio ya habría diez películas, cuatro novelas y cinco series porque son lugares únicos. Coincidió que, justo este día que tengo que dar la charla, reabrieron la frontera, entonces hay más movimiento aquí mediático. Estuve por la mañana dando una charla en el Almina, que fue una experiencia muy bonita y muy positiva. He aprovechado cada minuto aquí.
- ¿Por qué es importante el Día de las Letras Galegas?
No sé si es importante. Para nosotros es importante la reivindicación de lo nuestro, de nuestro idioma que es patrimonio, que es cultura, que es identidad, y que es valioso para nosotros. En realidad, un idioma como el galego siempre está a la sombra, siempre está peleando por su supervivencia, perdiendo hablantes, y es importante reivindicarlo con días como el de hoy.
- Como escritor y periodista, ¿de qué forma promueves la continuidad del galego?
Como periodista, la verdad, no mucho. Yo en Galicia hablo en gallego pero como trabajo en Madrid y a nivel nacional, trabajo en castellano. Sí es verdad que todo lo que tiene que ver con Galicia, sí que es en gallego. La obra de teatro que tenemos de ‘Fariña’ cuando está en Galicia, por supuesto que es en galego y está escrita en galego. La versión de ‘Fariña’ en Galicia es en gallego. Ahora ya publico en El País, pero todo lo que eran colaboraciones en medios gallegos era en gallego. La mayoría de mi trabajo es a nivel nacional y no tengo tanta oportunidad de trabajar en gallego.
- Has llegado a Ceuta en el Día de las Letras Gallegas, con un aperitivo en el Centro Gallego y también con la visita de Núñez Feijóo. ¿Te sientes acogido?
Es una coincidencia. Al final, nos estamos paseando por aquí muchos gallegos. Pero no coincidimos, aunque tampoco creo que a Feijóo le entusiasme coincidir conmigo, porque me consta que no le gusta demasiado ‘Fariña’.
- Jordi Évole le regaló tu libro
Sí. Yo con Feijóo ya coincidí. Tuve la oportunidad de hablar con él y todo bien. Pero sí es verdad que se vio salpicado por el tema de las fotos con Marcial Dorado y fíjate que eso en Galicia no es algo que le penalizara demasiado porque después de las fotos él ganó con mayoría absoluta. Lo cual también habla de que existe todavía una cierta cultura y una cierta tolerancia a según qué cosas en Galicia. Pero bueno, yo al final creo que esas fotos, como todo, se usaron como arma arrojadiza pero tienen su contexto y tienen sus explicaciones. En la época de esas fotos no era Feijóo, eran la mayoría de políticos. Bueno, no voy a decir la mayoría pero muchos políticos gallegos tenían vínculos con el contrabando y con el narcotráfico. Y esas fotos pertenecen a ese contexto. Está claro que cuando saltas en el tiempo y aparecen esas fotos en una Galicia distinta con una sociedad que ya no tolera eso, pues claro, la polémica es muy grande. Pero ni Feijóo era un narcotraficante, ni hacía negocios con narcotraficantes, simplemente tenía un vínculo que hoy en día, en nuestros estándares políticos y sociales es intolerables, pero que en esa época no era nada extraordinario. Con eso no estoy diciendo que eso esté bien, lo que estoy diciendo es que pertenecía a un contexto que hoy nos resulta mucho más difícil de comprender, sobre todo fuera de Galicia, porque dentro de Galicia hubo una cierta comprensión, y lo digo en el mal sentido de la palabra.
- También has llegado a Ceuta en un día histórico. Asistes a la reapertura de la frontera. ¿Cómo has vivido este día? ¿Has colaborado con algún medio?
Pues tampoco mucho, porque ya te digo que yo no venía a eso. Es verdad que, como estaba aquí y yo los martes tengo una sección en el ‘Hoy por Hoy’ con Àngels Barceló pues ella aprovechó y me dijo que ya que estaba ahí que hiciera una crónica. Yo casi fui más por curiosidad, esa inquietud periodística que va por dentro. Estás aquí y están reabriendo la frontera, ¿cómo voy a estar aquí sin verlo? Entonces me acerqué. Y luego con estas cosas te das cuenta que en la Península, fuera de aquí, todo se difumina un poco y se queda un poco en el olvido, no se le da la importancia que en realidad tiene. Era un hecho muy importante para muchísimas personas, para miles de familias que, si te quieres poner en un extremo, para miles de familias españolas que viven aquí y que llevaban sin poder ver a familiares del otro lado mucho tiempo. Ya no era una cuestión geopolítica, era una cuestión emocional muy grande, muy importante, que de verdad cruzas y parece que no existe y cuando estás aquí te das cuenta. El hecho este de vivirlo me reafirmó más en la teoría que tengo desde hace tiempo de que aquí se necesita poner mucho más foco, hacer algo distinto y trabajar, ya no solo desde el periodismo, sino desde la cultura. Es un runrún que tengo dentro que creo que está pendiente poner en valor desde la cultura y desde la narrativa tanto Ceuta como Melilla, que son lugares únicos y singulares.
- Has estado en más ocasiones en Ceuta. ¿Qué semejanzas encuentras con Galicia?
Si me preguntas por diferencias, acabamos antes. Yo diría que Ceuta, semejanzas, y lo digo como una virtud, tiene pocas para el resto de la Península porque es un lugar muy único donde existe una convivencia y una realidad donde no encuentras en otro lado. A mí el tema que me ocupa desde un punto de vista y que tiene que ver con la historia del contrabando y del narcotráfico, aquí sí que hay muchas semejanzas y hay un gran problema también con el narcotráfico, con el contrabando y con la normalización de ciertas actividades. Y sobre todo con la posibilidad o el escenario de que eso sea una actividad o una posibilidad para gente joven donde hay zonas con cierto abandono o con menos oportunidades, y de repente el negocio, el trapicheo, se convierta en una opción viable. Y eso ocurrió durante muchos años en Galicia. La narcocultura al final es una cosa muy sencilla que se expande muy fácilmente, y la normalización de ciertas actividades hacen mucho daño a largo plazo a la realidad de un lugar, como en este caso es Ceuta. Ahí es donde veo muchos paralelismos con lo que ocurría sobre todo antes en Galicia.
- Con respecto al libro de ‘Fariña’, ¿crees que se podría trabajar en esta ciudad y con esta temática? Teniendo en cuenta que estamos al otro lado del Estrecho, en el continente africano y que somos frontera con Marruecos
Insisto, aquí debería de haber cincuenta libros, series, películas. Aquí hay un material, y lo digo desde el punto de vista periodístico aunque suene frívolo, brutal para construir relatos. Es un sitio distinto y único. La gente de la Península que viene aquí empieza a entender la realidad de Ceuta a nivel identitario, de convivencia, a nivel fronterizo, es brutal. Ese aislamiento o el ser una ciudad española en África yo creo que eso es un ingrediente a favor de ser una materia prima para contarla en distintos formatos.
- ¿Crees que no se ha escrito sobre Ceuta por miedo? ¿Has recibido amenazas por tu libro?
Yo no recibí ninguna amenaza. Si te refieres al mundo narco, no es lo mismo la actividad narco en Galicia que meterte aquí en determinados ambientes. No digo tanto en Ceuta, pero sí en Ceuta y sus conexiones y lo que supone el narcotráfico en Marruecos, tiene un grado de violencia y de peligrosidad muy diferente a lo que puede ser Galicia. Yo no recibí ningún tipo de amenaza pero tampoco creo que sea el miedo, yo creo que más bien es el olvido o el desinterés. Por ejemplo, yo ahora vengo del Príncipe y me estaban contando que en las últimas dos semanas hay tiroteos casi todos los días. ¿En qué barrio de España hay tiroteos casi a diario? Eso no existe, porque además España es un país anormalmente pacífico aunque algunos intenten vender que hay inseguridad, no es verdad. Tienes que ir a Francia, a Inglaterra, y ver allí como son los barrios. Eso en España no lo hay. Y de repente vas ahí y te dicen que esos coches los quemaron ayer, que al tipo de este negocio le pegaron un tiro ayer, ayer estuvieron tiroteando esa ventana, mataron a un niño el otro día, las paredes están llenas de pintadas diciendo que fue no sé quién, hay una guerra de pandillas ahora entre críos, y esto a 15 kilómetros de aquí no lo sabe nadie. ¿Cómo puede ser? No creo que sea por miedo, yo creo que hay un desinterés, un olvido, que si me preguntas por qué no sé la respuesta, pero me parece que el diagnóstico está ahí. Hay más bien un olvido y un desinterés que a mí me llama muchísimo la atención, y de ahí el runrún que te decía antes. Para mí, por el tipo de temas que a mí me atraen a nivel periodístico y narrativo, pienso que esto es oro puro para alguien que le interese. Lo que ocurre aquí no lo encuentras en otro sitio.
- Sobre el secuestro de ‘Fariña’, ¿Quiénes te dieron más problemas: los narcos o los políticos?
A mí los jueces. Me consta que a algún narco evidentemente no le gustó el libro, se enfadó y tal, pero yo no llegué a tener ningún problema. Con quien tuve problemas es con la jueza que decidió que el libro tenía que ser prohibido y eso es algo que a día de hoy yo no entiendo por qué ocurrió eso. No creo que haya sido una gran conspiración del poder, ha sido una negligencia, un error judicial, una chapuza judicial por el cual una jueza aceptó una medida cautelar. Porque esto era una medida cautelar mientras se decidía la sentencia, pues se decidió que cautelarmente se secuestrase el libro. Que yo recuerdo cuando la editorial me dijo que iban a secuestrar el libro y yo les dije que cómo que secuestrar el libro, que qué significaba eso, que si iban a prohibirlo. Me dijeron que sí y yo no entendía muy bien que eso pudiese ocurrir. Y claro, para mí como periodista eso fue muy frustrante porque yo tuve que escuchar que me dijeran que eso me venía de puta madre porque seguro que se iban a vender muchos libros. Pero como periodista, al final, lo que me estaba diciendo la situación es que lo que hice después de tanto esfuerzo y trabajo, estaba mal, no era verdad, y por lo tanto había que prohibirlo.
Como periodistas que vivimos de nuestra credibilidad, eso nos deja en la nada. Y encima, el tipo que presentó la querella se dedicó a hacer entrevistas y visitar platos de televisión. Y yo estaba en casa que no quise entrar en eso y decía, joder, es que esto me frustra, esto me enfada, y encima tengo que escuchar las tonterías que están diciendo. Pero bueno, yo creo que esa paciencia acabó poniendo las cosas en su sitio. Yo sabía que no iba a acabar en nada y, por supuesto, se desestimó. El libro volvió a las librerías y vendimos un montón. Cosa que, oye, bienvenida que sea. La serie tuvo éxito. Fue frustrante pero también ayudó a poner ‘Fariña’ en órbita. En cualquier sociedad medio avanzada o que aspire a ser una sociedad moderna, si un juez va a decir que un trabajo periodístico está prohibido, que un chiste está prohibido o que una película está prohibida, la reacción natural va a ser: ¿cómo que prohibido? déjame ver eso. Tampoco tiene un efecto práctico prohibir ahora un libro. Si yo hago un trabajo periodístico y puede haber un error o una mala interpretación, que no la había, pues te pueden decir que hay que corregirlo, pero algo que tiene un ánimo informativo y periodístico, prohibirlo y censurarlo, eso no cabe en una sociedad moderna.
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