Este viernes, Nicolás Maduro se prepara para ser investido como presidente de Venezuela en un ambiente de incertidumbre y tensiones. Lo hará en solitario, sin la presencia de mandatarios internacionales, tras meses de exigencias globales de transparencia sobre los resultados electorales que le dieron la victoria. Mientras tanto, Edmundo González Urrutia, el candidato opositor que asegura haber ganado las elecciones, acapara la atención mundial con pruebas que respaldan su afirmación.
Este viernes, Nicolás Maduro se dispondrá a asumir su nuevo mandato presidencial en Venezuela, pero lo hará en medio de una atmósfera de soledad política y creciente desconfianza. A lo largo de los últimos seis meses, la comunidad internacional le ha exigido que muestre las actas electorales que respalden su victoria en los comicios del 28 de julio, pero hasta la fecha no ha presentado ninguna prueba convincente. A pesar de ello, Maduro se enfundará la banda presidencial en un contexto de aislamiento internacional y con la sensación de que su mandato está marcado por la sospecha de fraude.
El evento, que debería ser un día de celebración para el chavismo, estará marcado por la ausencia de figuras clave del régimen. La plana mayor del chavismo no asistirá a la juramentación de Maduro, y el ambiente de fiesta revolucionaria se ve opacado por un clima de paranoia. La cúpula del gobierno, temerosa de posibles represalias externas, ha militarizado el país y ha intensificado las medidas de seguridad. En las últimas horas, se ha informado sobre el cierre inminente de las fronteras terrestres, y las calles de Caracas están siendo patrulladas por hombres encapuchados en motos, mientras desde los edificios se escuchan los ruidos de los tubos de escape.
Mientras tanto, el foco de atención parece haberse desplazado hacia el candidato opositor Edmundo González Urrutia. Este líder opositor ha presentado miles de actas recogidas por sus voluntarios durante las elecciones, las cuales han sido verificadas por organismos internacionales como el Centro Carter y la OEA. Según estos registros, González habría obtenido una victoria rotunda, ganando en los 23 estados del país. Con pruebas que refuerzan su postura, González ha anunciado que regresará a Venezuela y jurará su cargo, asegurando que después ingresará al Palacio de Miraflores, la residencia presidencial. Aunque la idea parece inconcebible dadas las circunstancias actuales, tanto él como María Corina Machado, líder de la oposición, han expresado su confianza en que lograrán un cambio de poder, sembrando dudas en el Gobierno de Maduro.
La tensión en Venezuela ha aumentado en las 72 horas previas a la investidura de Maduro. La policía de Maduro ha intensificado la represión, deteniendo a activistas, opositores y periodistas. Entre los arrestos más recientes se encuentran el yerno de Edmundo González, apresado el martes mientras llevaba a sus hijos al colegio, y el defensor de la libertad de expresión Carlos Correa, cuyo paradero sigue siendo incierto. También fue detenido Enrique Márquez, un candidato presidencial opositor que, aunque alejado de los movimientos de González y Machado, ha exigido la entrega de las actas y ha rechazado reconocer la victoria de Maduro.
En el universo opositor, las especulaciones sobre las posibilidades de González han ido en aumento. A principios de septiembre, cuando se exilió a España, muchos pensaron que había abandonado la lucha política después de firmar un documento en el que, indirectamente, reconocía la victoria de Maduro. Sin embargo, González se desdijo poco después, alegando que había sido coaccionado. Ahora, con determinación renovada, asegura que estará en Caracas este viernes, dispuesto a asumir la presidencia del país. Sus allegados aseguran que hay una firme convicción en sus palabras y en su mirada.
En este escenario de creciente incertidumbre, el Gobierno de Maduro se enfrenta a un desafío no solo interno, sino también internacional, que podría redefinir el futuro político de Venezuela en los próximos días.