En estos campamentos “las condiciones que ofrecen a sus residentes son motivo de queja constante por las personas obligadas a vivir ahí. En algunos campamentos viven solo personas adultas y menores que viajan no acompañados, y en otros centros las familias con niños y niñas”
La organización española presente en el país balcánico desde 2017, ha hecho público un comunicado para denunciar la “situación en los campos de refugiados que la Unión Europea paga con nuestros impuestos”
En el documento que NNK comparte y por la experiencia en terreno aseguran que “personas refugiadas o que están migrando, en busca de asilo, se ven forzadas en muchas ocasiones a vivir en lugares a los que comúnmente se conoce como campos o campamentos de refugiados”.
También se hacen eco que al Unión Europea gasta dinero en acoger personas que se quedan atrapadas en las fronteras mientras mantiene el cierre para las mismas dificultando el movimiento de aquellas que intentan buscar refugio en Europa.
En estos campamentos “las condiciones que ofrecen a sus residentes son motivo de queja constante por las personas obligadas a vivir ahí. En algunos campamentos viven solo personas adultas y menores que viajan no acompañados, y en otros centros las familias con niños y niñas”
No Name Kitchen ha recogido testimonios de personas que se han visto obligadas a permanecer en esos centros y que hablan de la mala y escasa comida, de la falta de respeto hacia ellas y hacia su cultura. Fruto de esas quejas, a finales de 2022 los residentes del campamento de refugiados de Principovac declararon una huelga cuyo detonante fue porque unos días antes los guardias les habían dado carne de cerdo para comer, a pesar de saber que los habitantes de este campo son en su mayoría musulmanes, lo que consideraron que contribuía a sumar violencia psicológica en el lugar. «Esta protesta rompió un falso equilibrio que existía entre la violencia y el silencio hacia esta violencia” asegura la oenegé.
Las personas refugiadas denuncian el uso de sedantes en la comida
La organización también denuncia en la nota que “muchos de los chicos con los que hablamos que viven allí, están convencidos de que las comidas llevan algún tipo de tranquilizante para sedarlos. Uno de ellos jura que lo ha visto y que ha sentido sus efectos. La acusación es grave, pero no descabellada. Hay informes sobre cárceles de países como Italia que han podido comprobar que las comidas llevan algún tipo de tranquilizante, sin aviso y sin permiso de los residentes del lugar que comen estos alimentos”.
Una persona ajena a No Name Kitchen obtuvo las imágenes que difundimos a continuación para hacer pública la situación de estos centros de internamiento que la Unión Europea paga y que están destinados a que duerman personas que han escapado de países en guerra y de conflictos o de gobiernos autoritarios como Afganistán, Marruecos, Siria o Argelia donde son perseguidas.
Sobre No Name Kitchen
No Name Kitchen nació en el invierno de 2017 en Belgrado cuando un grupo de personas voluntarias comenzaron a cocinar junto a las miles de personas que permanecían atrapadas tras el cierre del borde húngaro. Desde entonces, NNK apoya a quienes sufren la falta de rutas migratorias seguras y legales, recogiendo testimonios y denunciando el sistemático uso de violencia institucional en las fronteras.
NNK defiende que la ayuda humanitaria debe complementarse a la acción política para generar un cambio. Por ello, NNK cofundó la red Border Violence Monitoring Network y recoge testimonios de violencia para crear conciencia y abogar por el respeto a los Derechos Humanos y el Derecho Internacional.