La violencia hacia las mujeres y niñas es una de las violaciones más graves de los derechos humanos, a la par que de las más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual sobre las que apenas se toma conciencia, sobre todo debido a la impunidad de los perpetradores y al silencio, la estigmatización y la estereotipación que sufren las víctimas. Por ello, su prevención, concienciación, actuación y denuncia social son de vital importancia, buscando poner voz a su silencioso sufrimiento, implicando a toda la sociedad y actuando ante las señales de alerta. Ahora, denunciar deja de ser una opción y pasa a convertirse en una obligación.
Esta frase, pronunciada hace años por Antonio Gutiérrez, secretario general de la ONU, es el argumento que refleja que lograr una sociedad igualitaria, en la que mujeres y hombres convivan en equidad, está lejos de conseguirse, en especial si la pasividad se impone ante un problema que nos afecta a todos.
La violencia masculina hacia las mujeres puede manifestarse de muchas maneras. No sólo como forma física de agresión, sino también a modo de violencia psicológica, sexual, económica, patrimonial, social o vicaria –por la que el agresor genera daño a otra persona-, entre otras.
De hecho, en la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer emitida por la Asamblea General de la ONU en 1993, se daba respuesta a su definición exacta. Así, ésta era reconocida como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.
Por todo ello, la actuación social resulta muy significativa, especialmente a la hora de detectar y denunciar cualquier tipo de manifestación marcada por estos indicadores.
“No basta con la sensibilización social. Es preciso un proceso constructor”, afirma Ángeles Álvarez Álvarez, diputada socialista, representante en la Comisión de Igualdad del Congreso y experta en Violencia de Género.
El no mostrarnos impunes y denunciar cualquier caso de violencia machista es de vital –con especial redundancia- importancia, por lo que es necesario un llamamiento a la ciudadanía y al entorno de las mujeres que sufran violencia machista a no quedarse parados o justificar conductas que puedan ser constitutivas de violencia de género.
Ángeles Carmona, presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, insistía en que el mensaje a trasladar a la sociedad «tiene que ver con que, pese a todos los imponderables que coexisten en una materia tan sensible como es la violencia de género, no hay impunidad alguna”.
Atendiendo a dicho argumento, el Servicio de Estadística del CGPJ apuntó un total de 42.077 denuncias interpuestas durante el último trimestre. De entre las señaladas, 40.232 fueron consideradas mujeres víctimas de violencia de género.
No obstante, frente a ese número, tan sólo 152 –frente a 99 del año anterior- fueron interpuestas por familiares de la víctima, una cifra muy reducida ante la real que constituye el número de denuncias totales.
“Las víctimas de violencia de género son merecedoras de la unidad de todos y todas en la respuesta frente a un fenómeno que tiñe de sangre nuestra convivencia ciudadana”, aseguraba Carmona.
Ante esta situación, cabe plantear la siguiente pregunta: ¿por qué la sociedad no actúa frente a estos hechos?
Normalmente, las causas que se argumentan suelen traducirse en miedo, desconocimiento, o el hecho de que la víctima se niegue a declarar, lo que hace que se abandone la intención de denuncia.
Elena Palacios, inspectora jefa de la Unidad Central de Atención a la Familia y la Mujer de la Policía Nacional (UFAM), asegura que en la experiencia adquirida a lo largo de su trayectoria profesional, “el maltratador es un tío cobarde que focaliza la agresión contra la mujer porque la considera un ser inferior, es una relación de poder. De modo que no suele haber muchas probabilidades de que agreda al vecino que ha avisado a la Policía”.
Además, atendiendo a la renuncia a declarar por parte de la víctima, debemos tener en cuenta que “estamos hablando de un momento del proceso de violencia muy complejo, en el que a la mujer le cuesta mucho tomar esa decisión porque realmente tiene unas secuelas psicológicas muy importantes”, asegura Pilar Pascual Pastor, coordinadora de la Asociación Mujeres para la Salud.
Por lo tanto, aunque se den cualquiera de los casos señalados, lo esencial de una denuncia, por muy banal que pueda parecer su resultado, es dar a conocer el ciclo de violencia que se está dando. Ahí radica su importancia.
La última campaña de Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad lanza un mensaje claro a la sociedad y advierte que “cuando hay maltrato en una pareja, no son solo cosas de pareja”.
“No es cuestión de solidaridad, no denunciarlo es un delito”, afirman. Y de hecho, así lo dice el artículo 450 del Código Penal de la omisión de los deberes de impedir delitos o de promover su persecución, castigado con penas de entre seis meses y dos años.
Cristina Almeida, abogada y presidenta del Club de las 25, insiste en que “hace ya décadas que la violencia de género no es un delito a instancias de parte, es decir, el que solo puede perseguirse cuando la víctima denuncia, sino que se investiga de oficio”.
Por ello, la violencia hacia las mujeres se convierte en responsabilidad de todos, pues supone un obstáculo que impide alcanzar la igualdad y el desarrollo de la sociedad, a la par que el respeto a sus derechos humanos.
“Existe obligación legal y moral de denunciar estos delitos, aunque se produzcan en el ámbito de la relación de pareja. Se actúa de oficio porque son delitos públicos, no privados ni semiprivados”, apunta nuevamente Palacios.
A esto se unen los argumentos de Pascual Pastor, afirmando que el problema reside en la base educativa. “Todavía, la pata de la educación no funciona, no está. Hasta que no hagamos realmente un proceso coeducativo desde el principio, no iremos realmente al núcleo del problema, que es la educación de género”.
Además, la coordinadora de AMS asegura que la diferencia de justicia entre hombres y mujeres es también una variable muy importante a tener en cuenta.
Entonces, ¿qué puedo hacer yo si mi vecino es un maltratador?
Si estamos viendo un caso de violencia de género que se está produciendo en ese mismo momento, lo primero que hay que hacer es llamar al 091, que responderá a modo de emergencia.
En casos más “preventivos”, en los que sospechamos que puede darse o se ha dado una situación violenta por parte del agresor, debemos llamar al 016 o 112. Quien le atienda dará parte a la Policía Nacional y se presentará en el domicilio de los malos tratos tan pronto como sea posible.
Una vez interpuesta la denuncia, pueden darse varias situaciones que serán clave para la consecución del caso: que la víctima niegue la existencia de malos tratos pero se observen lesiones patentes o, paralelamente, que lo niegue y además no se observen síntomas de violencia.
En el primero de los casos, la policía actúa. “Lo primero que hace es trasladarla a un centro de salud o un hospital cercano. En ese momento ya hay un parte de lesiones que se suma al informe de atestado que facilita la policía a la autoridad judicial”, explica la inspectora.
El segundo caso es más complicado. No existen pruebas, solo un testimonio, por lo que esta coyuntura se torna más difícil de solucionar. Aún así, es de gran importancia denunciar, el aviso se ha recibido y, lamentablemente, la escena de maltrato suele volver a repetirse, por lo que las autoridades competentes ya conocen las premisas necesarias de actuación en caso de que se dé nuevamente esa situación.
“La llamada o la denuncia son siempre fundamentales, incluso si la mujer no quiere denunciar o declarar”, argumenta Ana Galdeano Santamaría, fiscal decana de Violencia sobre la Mujer de Madrid.
“Hay que tener en cuenta que pueden existir otras pruebas. En los juicios por violencia de género es muy importante conocer el contexto familiar de la víctima. Por eso, aunque ella no quiera colaborar, las denuncias de su entorno familiar, laboral, sanitario, etc. podrían permitir, al menos, investigar”, insiste.
De hecho, son muchas las situaciones envueltas en la segunda de las opciones. “La mujer en esos casos no decide por sí misma, está cosificada. No es que mienta, es que no sabe cómo salir de la situación en la que se encuentra”.
A pesar de todo eso, “cada vez más son los vecinos los que llaman al 091”, reconoce Palacios. “Las llamadas han aumentado mucho en estos años. Se ha hecho un gran trabajo en materia de concienciación”.
Datos relevantes relativos a la violencia masculina hacia las mujeres
Atendiendo a los datos ofrecidos por la ONU, las cifras reflejan la gravedad de la situación y ponen de manifiesto la necesidad de una actuación preventiva y resolutiva adecuada que termine por erradicarla por completo.
- Una de cada tres mujeres ha sufrido violencia sexual o física, principalmente por parte de un compañero sentimental.
- Solo el 52% de las mujeres casadas o que viven en pareja decide libremente sobre las relaciones sexuales, el uso de anticonceptivos y su salud sexual.
- Casi 750 millones de mujeres y niñas que viven hoy en día se casaron antes de cumplir los 18 años, mientras que al menos 200 millones de ellas se han visto sometidas a la mutilación genital femenina.
- En todo el planeta, en 2012, en uno de cada dos casos de mujeres asesinadas, el autor se correspondía con su compañero sentimental o un miembro de su familia.
- El 71% de las víctimas de trata en todo el mundo son mujeres y niñas y 3 de cada 4 de ellas son utilizadas para la explotación sexual.
- La violencia contra la mujer es una causa de muerte e incapacidad entre las mujeres en edad reproductiva tan grave como el cáncer y es causa de mala salud mayor que los accidentes de tránsito y la malaria combinados.
Si a estos datos sumamos los recogidos por el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, el número de mujeres asesinadas a causa de violencia machista suma un total de 973 desde el 1 de enero de 2003 hasta septiembre de 2018 en España, de entre las cuales 45 sucedieron este último año.
Y si a estas cifras añadimos también la atención de menores víctimas mortales, se registran 27 asesinatos más, un dato que evidencia el largo camino que queda por recorrer para la eliminación plena de esta situación, siendo obvia la urgente acción social que se precisa.
Más opciones de colaboración
Asociaciones de mujeres:
Además de acudir a las fuerzas de seguridad, existen otras opciones compatibles a la lucha contra la violencia de género.
Una de esas soluciones reside en el papel de las asociaciones de mujeres, que cuentan con cursos, talleres, formación y asistencia psicológica -entre otras actividades preventivas- para abordar el problema desde una perspectiva más profesional y formada.
La Asociación de Mujeres para la Salud es una de ellas. Su función reside en actuar como centro terapéutico, un espacio de salud para las mujeres dispuesto a realizar actividades relacionadas con la sensibilización, divulgación y formación de todo aquello que envuelva la erradicación de este tipo de agresiones.
Con ello, sus objetivos van dirigidos, fundamentalmente, al empoderamiento de las mujeres y el fomento de su autonomía, así como a la salud mental e integral de las mujeres a través de sesiones individuales y de grupo.
“Estamos en una sociedad en la que la violencia es estructural, todos estamos implicados en este gravísimo problema de salud pública de violencia contra las mujeres”, asegura su coordinadora, Pilar Pascual.
Por ello, cuentan con un espacio de salud abierto a mujeres víctimas de agresiones machistas. “Nuestra terapia es la psicoterapia feminista, intentamos que sea la mujer la que llame directamente, se informe y sepa exactamente quiénes somos y qué le ofrecemos. A partir de ahí fomentamos el empoderamiento de la mujer, que sepa lo que necesita, lo que quiere, y sea capaz de pedir ella misma la ayuda”, continúa.
En la asociación trabajan también la psicología de género, es decir, todos los malestares o conflictos que puedan tener las mujeres a lo largo de su vida a causa de la educación de género recibida.
“La mayoría de las mujeres que acuden a nosotras no saben que están sufriendo violencia por parte de la pareja, porque se trata de un proceso que empieza muy lentamente y que la mujer va naturalizando y normalizando”, explican desde la asociación.
Por ello, es de gran trascendencia atender a todos aquellos rasgos que puedan destapar síntomas de violencia machista, pues muchas veces la propia víctima tarda en reaccionar ante la agresión.
No obstante, Pilar Pascual subraya un aspecto positivo. “Las mujeres cada vez nos estamos metiendo en más espacios de autonomía, nos hemos puesto las gafas moradas y nos damos cuenta de las desigualdades y las vamos enfrentando”.
Además, también afirma que cada vez son más las mujeres jóvenes que acuden en busca de ayuda a estos centros y asociaciones, lo que invita a pensar que somos progresivamente más conscientes y menos tolerantes. No obstante, queda un largo camino por recorrer. Esto es solo el principio.
Junto a esto, Pascual ofrece también una serie de consejos que orienten a tratar con una mujer maltratada que se niegue a denunciar o a pedir ayuda. “Lo que estamos viendo son las secuelas, no a una persona en su sano juicio”.
“Lo más importante es que ella no pierda la confianza con la persona con la que se desahoga, que no se sienta rechazada ni juzgada. Llevarle indirectamente folletos o hablarle de estos centros es buena opción, pero, sobre todo, es necesario que ella piense que la entiendes sin juzgarla”, afirma.
Sin embargo, advierte de que la base del problema se encuentra en la educación de género, orientar sobre este tema desde infantil para evitar una cultura machista, patriarcal y violenta hacia las mujeres.
“Las niñas tenemos que aprender que nos tenemos que proteger de los hombres porque suelen ser ellos los que ejercen violencia hacia nosotras. Esto hace que tengamos miedo al espacio público. Tiene que cambiar”.
Por todo ello, tenemos que implicarnos más socialmente. “La pasividad se produce por miedo a la reacción del agresor. Quitar esos miedos y explicar que no pasa nada es esencial. Puede haber un riesgo, pero como en todo. No podemos quedarnos impasibles ante la violencia”.
Comisión para la investigación de Malos Tratos a Mujeres:
Esta organización, fundada en 1977 como fruto de la experiencia de mujeres profesionales, psicólogas, trabajadoras sociales, médicas, sociólogas y abogadas, entra en contacto con mujeres maltratadas constatando que ésta problemática “tenía grandes dimensiones y unas características de invisibilidad y de tolerancia social que hacían muy difícil su solución”.
Por ello, desde su nacimiento hasta la actualidad, van combatiendo la violencia machista fomentando el apoyo a las víctimas y ofreciendo distintos métodos de colaboración social.
Su Programa Fortaleza, destinado a la erradicación de la violencia de género, ofrece prevención, protección, seguridad, información y valoración en cada caso tanto a las mujeres y menores como a profesionales, familiares, amigos y amigas –a la sociedad en general- mediante un conjunto coordinado de actividades llevadas a cabo por profesionales de distintas materias con experiencia acreditada.
“Nuestro programa responde a un modelo de trabajo y actuación integral que sigue las pautas recomendadas en la Conferencia Mundial de la Mujer de Beijin, 1995, para los programas de prevención e intervención con mujeres maltratadas.
Desarrollado en todo el Estado, su objetivo se focaliza en procurar la información, asesoramiento e intervención necesarios para dotar a las víctimas de conocimientos suficientes que le permitan afrontar la situación, así como la erradicación de conductas impunes y la intervención con mujeres en vulnerabilidad para lograr su empoderamiento y dotarlas de autoestima y de herramientas que les ayuden a superar el proceso de cronificación y maltrato.
“Plantear un modelo igualitario de relaciones entre hombres y mujeres en la sociedad” es su meta, aseguran desde la organización.
En su programa de atención a la mujer, cuentan con distintos apartados de protección jurídica, acompañamiento psicológico y grupos, atención social, apoyo a menores, orientación socio-laboral y agresiones en espacios de ocio, con motivo de alimentar la inclusión social de las mujeres víctimas y fomentar su empoderamiento.
Además, dirigiéndose desde esta perspectiva hacia la actuación social, cuentan también con programas en los que brindan información sobre cómo derivar a una mujer a la comisión y dónde acudir.
Web de Recursos de Apoyo y Prevención ante Casos de Violencia de Género:
La web de recursos de apoyo y prevención ante casos de violencia de géneropermite a la ciudadanía la localización de las distintas opciones de prevención y protección que las administraciones públicas, organizaciones de mujeres, asociaciones específicas y demás entidades sociales ponen a disposición pública mediante consultas sobre mapas activos o según ámbito geográfico y tipo de recurso.
Hola estoy asiendo un trabajo de violencia de genero pero.no puedo entender porque el hombre puede golpear tan brutalmente a una mujer que puede ser su hermana o hija.
Totalmente de acuerdo con el autor. Quisiera comentar que, en mi experiencia; desde que incluimos test psicotécnicos
en mi organización, ha habido mejores resultados con el personal; pues hemos
podido contratar equipos más capacitados para el cargo,
y con competencias que aportan mucho a toda el área. Gracias infinitas por compartirnos esta información