La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha anunciado que incluirá el Síndrome del trabajador quemado (burnout) en la próxima Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) y estará asociado al empleo y al desempleo.
Esta «nueva» enfermedad se produce cuando existe una situación de estrés continuada en el puesto de trabajo. Ya sea por un exceso en la carga de trabajo, por un sobreacumulación de responsabilidad, por razones emocionales con respecto (o por una mezcla de las tres), este síndrome provoca un desgaste emocional en la persona que lo sufre.
Algunas personas tratan de «luchar» contra este síndrome generando sentimientos de indiferencia hacia el trabajo que realizan. Otras, por el contrario, se autoinducen en un sentimiento de culpa por un descenso en el rendimiento laboral. En ambos casos, se podría decir que se trata de la pescadilla que se muerde la cola. Por un lado, un sentimiento de absoluta indiferencia por nuestro trabajo y que este no nos ofrezca ningún aliciente, nos lleva a lidiar diariamente con la frustración personal, lo que desemboca en más agotamiento. Por otro lado, tratar de abarcar más trabajo del que podemos, también nos va a generar mayor frustración y, por tanto, de nuevo más agotamiento.
Otro momento en el que puede aparecer el síndrome del trabajador quemado es en una situación de desempleo. El sentimiento de culpa o de fracaso, sumado al estado de ansiedad en el que puede entrar una persona desempleada, son un perfecto campo de cultivo para la aparición de este síndrome.
El reconocimiento por parte de la OMS de esta enfermedad laboral ayudará a darle visibilidad y, lo más importante, a que comience a tratarse a las personas que la padecen.
El SATSE recibe con los brazos abiertos el anuncio de la OMS
Según los expertos, el síndrome de burnout o síndrome del trabajador quemado afecta en mayor medida a los empleos en los que se presta atención directa al público.
En este sentido, el Sindicato de Enfermería, SATSE, señala que «los enfermeros y enfermeras soportan a diario una continua sobrecarga asistencial y unos niveles muy altos de responsabilidad que conllevan la aparición de un estrés crónico en un porcentaje muy alto de casos. Además, mantienen a lo largo de su trayectoria profesional un contacto permanente con el sufrimiento, la enfermedad y, en ocasiones, la muerte, y un alto porcentaje desarrolla su labor realizando turnos rotatorios, que incluyen el trabajo nocturno, al objeto de garantizar la necesaria atención sanitaria a todos los ciudadanos durante 24 horas al día, los 365 días del año». De hecho, un estudio de 2017 revela que el 80 por ciento de enfermeras y enfermeros aseguran estar estresadas/os y un 51,38% se sienten “quemadas/os».
Por ello, el SATSE está recabando en todo el Estado las 500.000 firmas necesarias para presentar en los próximos meses en el Congreso de los Diputados una Ley de Seguridad del Paciente, a través de una Iniciativa Legislativa Popular, que garantice un número máximo de pacientes por cada enfermera y enfermero.