Tres años después del misterioso asesinato de Joan Coromina, conocido contrabandista de la Baronía de Rialb, los Mossos d’Esquadra han logrado dar un giro decisivo a la investigación gracias a la tecnología. Nuevos datos obtenidos de antenas de telefonía móvil han permitido abrir líneas fiables de investigación que podrían esclarecer uno de los crímenes más enigmáticos de los últimos años en España.
Coromina fue abatido de un solo disparo a larga distancia —aproximadamente 100 metros— en un paraje remoto e inaccesible de la comarca de Lleida en 2022. Desde entonces, el caso ha estado rodeado de incógnitas, sin testigos presenciales ni pistas sólidas que apuntasen a un sospechoso.
La investigación, que parecía estancada, ha dado un vuelco tras cruzar los últimos datos de telefonía con antiguos testimonios y la información técnica del arma utilizada. Según fuentes cercanas al caso, la coincidencia entre las señales captadas por varias antenas de telefonía en la zona y los movimientos de personas relacionadas con el entorno de la víctima ha permitido a los investigadores delimitar un nuevo círculo de sospechosos.
El arma homicida, un rifle de precisión aún no recuperado, fue clave para acotar el perfil del asesino, que se sospecha tenía formación o experiencia en el uso de este tipo de armamento. Ahora, gracias a la triangulación de datos móviles, se han identificado presencias inesperadas en la zona del crimen, lo que refuerza la hipótesis de que el asesinato fue premeditado y ejecutado por alguien con conocimientos tácticos.
Los Mossos han reabierto la toma de declaraciones a varios testigos y no se descarta que en los próximos días se produzcan nuevas detenciones. Mientras tanto, la comunidad de la Baronía de Rialb, acostumbrada a guardar silencio sobre los movimientos del contrabando, observa con expectación el desarrollo de una investigación que, por fin, podría arrojar luz sobre un caso que parecía condenado al olvido.
