“COVID-19. Siempre pierden los mismos”
COVID-19 ¿enfermedad o hay tantos intereses detrás como gotas en el mar? VI
“Somos naturaleza. Poner al dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe.” Una sociedad que solo se mueve por el dinero es una sociedad con una ética corrupta. Decía José Luis Sampedro muy acertadamente.
₴ ¿El dinero lo arregla todo o por el contario lo estropea? II
Debemos concienciarnos de que la economía es un constructo sociocultural con la única finalidad de sustentar un orden jerárquico para mantener y perpetuar en el poder, en el control a los poderosos. A quienes han inventado este juego de dominación de la humanidad a través de las reglas de mercado. A los tramposos más grandes del Universo que ponen y quitan gobiernos manipulando la economía. Que crean estados de opinión y de alarma usando la economía. Que modifican las reglas de su propio juego a conveniencia cada vez que les parece y que tienen un único objetivo, la esclavitud de la mayor parte de la humanidad intentando que no seamos conscientes de ello. Otra cosa bien diferente es el fenómeno económico que surge de modo natural en la interacción entre personas y por ende entre sociedades.
Tanto la esclavitud, como los siervos de la gleba o el proletario son tres caras de una misma moneda que determinan formas particulares de relación de producción, propia de un determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en la evolución de la economía. Introduzcamos en este preciso instante otra triada, tierra (naturaleza), trabajo y dinero. Las mercancías ficticias de Polanyi. No deberían tener sentido en el mercado, y por tanto su identificación como mercancías es problemática. Siendo las tres caras de una misma planificación.
Para Polanyi la economía siempre estará integrada y subordinada a la sociedad, la religión y la política… Y será entendiendo la economía, no como un entorno autónomo o privilegiado, sino como una función de la sociedad, la manera en que – para él, a través de la democracia – se deberían modular y gestionar las mercancías ficticias.
Estas reflexiones, sustancialmente, de Polanyi nos conducen a lo que se denomina capitalismo rentista. Economía basada en la monopolización de todo tipo de propiedad para maximizar el beneficio sin contribuir a la sociedad. Podemos vislumbrar sin dificultad alguna que el “rentismo” ha existido desde el mismo nacimiento de la economía y se potenció exponencialmente con el origen del dinero. Mi teoría, tan solo esbozada en este artículo, es que vivimos en una época de capitalismo esclavista, en el que las tres mercancías ficticias de Polanyi se han concentrado. Existiendo una única clase social y un poder manipulador. La clase social se subdivide en función del grado de esclavitud al sistema. Este sistema establecido se sustenta en un nuevo orden mundial, vieja pretensión de una raza homínida en la que desde siempre ha existido la estratificación social y la subordinación a cualquier tipo de poder o su reflejo. La doctrina de control social es la inseguridad económica estructural pandemizada. Ni tan siquiera es capitalismo rentista, es infinitamente peor. El uso de la economía y sus mecanismos de transformación para conseguir el control absoluto. Todo se implementa, ampliando o disminuyendo, a través de la economía. La única continuidad existente actualmente es la precariedad en todas sus facetas.
Esta nueva, antigua forma, de colonialismo es la respuesta de Occidente al estado de bienestar. Recordemos que este concepto se refiere a la intervención del Estado dirigida a garantizar unos servicios mínimos a la población a través de un sistema de protección social basado en la redistribución justa de la renta, lo que implicaría mayores prestaciones sociales para los más desfavorecidos. Sin embargo, es evidente que se ha instaurado en nuestra sociedad, aprovechando las crisis económicas e incidimos en que hoy día cualquier crisis acaba convirtiéndose en crisis económica hábilmente dirigida por la acción de los mercados, la precariedad mantenida en el tiempo y el espacio.
El colonialismo implica la dominación por la fuerza de la población local de un territorio de otra región o nación, ajena o remota a la potencia colonizadora, y el asentamiento del colonizador en el nuevo territorio conquistado. Estamos asistiendo a una globalización colonial encubierta, y ¡no es la primera de la historia, pero si corremos el riesgo de que sea la última! Por dejar firmemente establecidas las normas por la que se regirán las distintas sociedades humanas.
En el colonialismo, la potencia en cuestión somete a otro pueblo a su sistema político, sus instituciones, su cultura e, incluso, su lengua y religión, y administra y explota sus recursos económicos. Sin dudas es lo que está ocurriendo en todo el mundo, pero ahora como antes, las potencias colonizadoras son los mercados. Llegamos en este punto a algo fundamental que suele pasar por alto la mayoría de los mortales, siendo una verdad absoluta, pervertir el lenguaje es el principio de la dominación. Han conseguido controlar el lenguaje. Someter al lenguaje es lo primero para desinformar y manipular. Nuestra especie engaña desde siempre, principalmente, con el uso del lenguaje. Hablamos de los mercados y suena una música misteriosa con un cierto halo celestial. Hablamos de Estado de Bienestar y suena una música alegre y pegadiza con luces de colores. Hablamos de Europa u Occidente y suena el preludio a la Oda a la Alegría, 4to. Movimiento de la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven junto con un brillo atenuado por la solemnidad. Hablamos de globalización y suena una fusión de músicas étnicas bajo la suave luz dorada de un atardecer en el desierto.
Obviemos la música y la luz que no tienen responsabilidad alguna en el engaño, mas la realidad es la siguiente, los mercados no son entes abstractos, etéreos, casi divinidades. Son fondos de inversión, entidades cuya misión es invertir, es decir, comprar y vender activos (divisas, acciones, deuda pública o productos derivados) con el único fin de obtener beneficio y que mueven decenas de billones de euros al año. El Estado de Bienestar nunca ha llegado a materializarse en determinadas sociedades, como la española, y lleva décadas desmantelándose con las excusas de las crisis económicas para ser vendido poco a poco a los mercados. Los gobiernos están haciendo justo lo contrario de lo que deberían. Desproteger e hipotecar a sus ciudadanos. Europa y por extensión Occidente se encuentran entre el quiero y no puedo. Perdiéndose en la distancia que separa estos dos términos. El discurso es atractivo, solidario y comprometido pero su aplicación práctica se encuentra en las antípodas de lo defendido. La praxis traiciona cruelmente a la teoría. La dialéctica se debate entre justicia social e intereses económicos. Pierde la justicia social. Europa estar está, pero dejó de ser. “En ese pequeño cabo de Asia que es Europa” según la bella expresión de Paul Valéry ya no quedan sino nimios valores. Globalización, ¿qué decir de este término tan moderno que probablemente comenzó en 1492 con Cristóbal Colón si no antes? La definición estandarizada de globalización la define como un proceso histórico de integración mundial en los ámbitos económico, político, tecnológico, social y cultural, que ha convertido al mundo en un lugar cada vez más interconectado. En ese sentido, se dice que este proceso ha hecho del mundo una aldea global. ¡Y nos quedamos tan a gusto! ¡Si en la definición hace alusión a la economía el resto sobra! pues ya hemos quedado en que la Economía lo es y aglutina todo. La Globalización es una falacia. No es sino una colonización universal encubierta. La globalización no es más que la colonización por parte de los mercados de los gobiernos que rigen determinados estados con idénticos objetivos a los que tenían las potencias coloniales en el siglo XIX.
En 2011, José Luis Sampedro colabora en “Reacciona: 10 razones por las que debes actuar frente a la crisis económica, política y social” donde indica:
“Contemplando la sociedad como organismo, parece obvio que una enfermedad sistémica en un cuerpo envejecido no puede ser tratada como un trastorno transitorio y puntual de un órgano concreto. Dicho de otro modo, es una falacia hablar de crisis financiera únicamente. La crisis es política. La crisis es del sistema de vida occidental”.
Continuará…. Ramón Rodríguez Casaubón