No cabe duda de que vivimos una situación extraordinaria. Ni en nuestros peores sueños podíamos haber imaginado una pesadilla como la que estamos viviendo. Nadie está preparado para gestionar una pandemia como la actual, con algunas excepciones. En estos días asistimos a decisiones de todo tipo, unas con más acierto que otras. Comparecencias múltiples de todos los colores y muchas videoconferencias de coordinación. Gobierno de España, gobiernos autonómicos y consistorios ven como afrontar de la mejor manera posible la terrible hemorragia de contagios y fallecimientos, sin los medios más adecuados, y teniendo casi que acudir a la subasta diaria del mercado persa en que se ha convertido la compra de material sanitario y de protección. En definitiva, nervios, indecisiones, improvisación y miles de heroicas actitudes.
Desde la Presidencia del Gobierno central se emiten decretos, que se modifican al día siguiente y que de nuevo se vuelven a cambiar a los pocos días, todo ello con el objetivo de que el Coronavirus no termine también de matar a nuestra frágil economía. Sin embargo, los que no formamos parte del núcleo duro que toma las decisiones políticas, se supone que basadas siempre en las recomendaciones de los expertos, a veces no podemos comprender determinadas decisiones. No terminamos de comprender por que no tomamos las medidas que se han tomado en los países que han dado una mejor respuesta a su epidemia local. Según parece, Corea del Sur es quien mejor está gestionando la pandemia, al menos a la vista de los resultados en contagios y fallecimientos. Es evidente que los coreanos hicieron bien los deberes y tenían material suficiente para poder atender a sus ciudadanos. No se puede decir lo mismos de otros muchos países entre los se incluye el nuestro. Resulta curioso y anecdótico ver el llamamiento de algún Colegio Oficial de Farmacéuticos pidiendo mascarillas para sus empleados, cuando se suponen que las han vendido sin pensar que ellos las iban también a necesitar. Todo muy rocambolesco y más propio de la ciencia ficción.
Pero de todo lo novedoso que cada día podemos ver u oír en las redes sociales, radios, medios digitales y horas de televisión, quizás lo que más me llama la atención es el derroche de decretos que cada día inundan nuestro BOE, algunos, como ya he dicho, modificando o corrigiendo el anterior. Muchos de ellos, al leerlos los que no somos juristas, ya vemos que no se ha pensado en algunos aspectos complementarios. Por ejemplo, se consideran servicios esenciales el transporte de mercancía y el transporte público. Sería lógico que también hubiera una red de talleres mecánicos que puedan atender las averías de esos vehículos, porque también pueden sufrir averías. Otro servicio esencial son los medios de comunicación que se supone se mueven con cierta libertad, pero que a su vez también necesitan de servicios complementarios como pueden ser talleres de reparación de ordenadores, cámaras digitales, etc. Lo mismo ocurre en el caso de las gestorías y asesorías que en estos días se ven colapsadas con acumulación de tareas por causa de las regulaciones de empleo de muchas empresas, así como consultas de todo tipo por parte de autónomos y pequeños empresarios.
Por lo tanto, bienvenidos los decretos que aclaran los anteriores decretos, pero sería conveniente que alguien pudiera poner un poco de orden en tanta improvisación y que antes de publicar en el BOE se piense en los pros y los contra de cada medida, para no tener que rectificar al día siguiente y no volvernos locos a todos.