Tenemos una gran oportunidad para convertir los planes de empleo en una estructura sólida de consolidación, oportunidad laboral, formación y parapente de una Ciudad que tiene los peores datos en desempleo.
Que los planes vuelvan a ser gestionados por Delegación es una buena noticia, siempre y cuando éstos no se conviertan en la sustitución de los trabajos que deben ser gestionados por el Estado, como hasta ahora hemos estado permitiendo.
Además de llegar a esos colectivos más perjudicados, los programas tienen que ser sociales, como el que teníamos de respiro familiar y acabó desapareciendo en el momento que lo asumió el Gobierno Local.
Y como los planes de empleo no deben ser partidistas, éstos tendrían que ser analizados, debatidos y tratados por una mesa de personas expertas que, junto a quienes tienen la responsabilidad de gestionarlos, los conviertan en una vía funcional y no de desesperación. Yo sé que el PSOE, partido que actualmente ocupa la Plaza de los Reyes, sabrá hacerlo, pero prefiero tener la confianza y la tranquilidad de saber que lo que hoy se crea mañana no se destruirá .
Coordinación y consenso, donde los agentes sindicales tendrían que marcar tendencia.
Dicho esto, lo que no puede pasar jamás, como sucede en educación, es que manden un personal para ocupar plazas que deberían ser ocupadas por la lista del Ministerio y llegar sin funciones asignadas. Es decir, sin un orden lógico estratégico por parte de quienes contratan. Esto es el resultado de un proyecto vacío de objetivos y lleno de duplicidades. Caos, clientelismo, improvisación, y ahorro.
Pero hay otra cosa que me preocupas más. Me inquieta que ese partido, al que me niego a nombrar, quiera disfrazar su xenofobia en una petición que podría hasta parecernos normal, si no fuera por el matiz rancio y antidemocrático que han reflejado. Un matiz que ha pasado desapercibido. Una insinuación que atenta contra los valores recogidos en la Constitución. Pedir empleo estable es lógico, que éstos sean funcionales y no partidistas es necesario, pero infundir que hay que evitar la marroquinización es algo que roza el límite de lo ético y lo moral. Ya no por ser un discurso completamente racista, si no porque es mentira, una falacia para manipular la verdad y sembrar el odio.
Para que te llamen de los planes de empleo tienes que estar empadronado y residir en Ceuta, así que ¿a qué llama esta partido evitar que las personas marroquíes entren a ocupar un empleo en la ciudad?
Lo voy a decir. Este partido, el de la bandera nacional, el golpe en el pecho y la unidad territorial, lo que está diciendo es que únicamente los españoles, entendidos erróneamente éstos para ellos como los buenos «cristianos», puedan acceder a una mejora laboral. El resto, es decir, la población musulmana, haya nacido o no en Ceuta, lleve aquí años viviendo o no, no puede tener derecho a nada. No existe. Incomoda, estorba. Ellos venden el discurso de la división, del nosotros o ellos. Ese discurso que nos aleja de la convivencia, la pluralidad y la diversidad. Ese discurso que separa y nos humilla como sociedad.
Espero que el resto de fuerzas políticas que son capaces de acordar con ellos tengan la decencia de poner los límites que ellos no tienen. Aunque hoy en día, cada vez más, la decencia y la política se alejan del camino en direcciones opuestas.