Créanlo, la no vigilancia es la causa que más afecta y padecen los ciudadanos y la que más daño le está produciendo. Quienes nos gobiernan, quienes dirigen nuestro ayuntamiento, en cualquier momento de su etapa política, tienen la obligación de denunciar aquello que no consideran legal, no admitir nada que vulnere las normas, la ley. Está prohibido mirar para otro lado.
In vigilando pues, supone que alguien intencionadamente no cumplió con su deber, con la obligación que todos tenemos, incluidos, como no, los funcionarios, los empleados públicos. Numerosísimas sentencias del Tribunal Supremo dejan clara la importancia que tiene en nuestra sociedad el deber de vigilar. Por la vía civil o por la vía penal -por el alcance que pudiera tener-, es sorprendente que este elemento esté tan asombrosamente arraigado en nuestra ciudad y que sea el más común de los ilícitos.
En el caso de los funcionarios, la responsabilidad puede ser de tipo penal, civil, contable y disciplinaria. Dependiendo de la lógica gravedad, serán las consecuencias. El EBEP (Estatuto Básico del Empleado Público) lo deja meridianamente claro: denunciar ante sus superiores jerárquicos cualquier supuesta irregularidad.
Esto nos lleva, por lo que sabemos, ante un panorama político en el que se puede demostrar que ha habido inacción de políticos en los gobiernos que se han ido sucediendo, que han mantenido un comportamiento permisivo, donde la vigilancia ha brillado por su ausencia, dando lugar así a una caótica gestión medioambiental, urbanística, económica, laboral, cívica, etc.
Y díganme, cómo se puede entender este caos que nos afecta a los ciudadanos de Ceuta hasta los huesos, si no es porque es fruto de una planificada acción donde, golpe a golpe, se han ido fraguando determinados negocios de dudosa finalidad, construcciones ilegales que desafían cualquier lógica urbanística, etc.
Todo un cúmulo de desórdenes, de falta de rigor, de ineficacia administrativa, de impunidad, de transgresiones, etc., que lleva décadas produciéndose; la pena es que ha sido mínimamente observada por parte de una oposición limitada y en algunos casos, maniatada.
Es terrible pensar que esta situación que da título a este artículo “in vigilando” si haya estado “observada”, en ese caso, es aún peor.