El PSOE también tiene problemas para identificar a los buenos de los malos. Créanme cuando les digo que tiene verdaderas dificultades para decantar entre sus militantes los auténticos de los advenedizos que al hilo de la ola en la que se encuentra el partido, surfean con habilidad.
Vengo observando con cierto estupor, no lo niego, desde hace más tiempo del que necesito, cómo en el sistema político se introducen una y otra vez con enorme facilidad ciertos topos que duran y duran de un cargo en otro. Su versatilidad asombra al más avispado.
Pero… que sepa, están identificados como oportunistas, mediocres e ignorantes, aunque eso sí, intervienen en nuestras vidas a través de esa oportunidad que les da la política, causando a su paso un gran mal a la sociedad que, por cierto, no sabe evitarlos. En su mayoría son personas no electas que llevan años sirviéndose de un estatus y salario que no les corresponde. Simplemente son agraciadas por afinidad. Así viene pasando, y así parece que seguirá.
Entre los socialistas -que es lo que más me preocupa-, no somos ajenos a este mismo mal de altura o mal del bolsillo. No somos tan diferentes y… también pecamos. Como no te andes listo te ves envuelto en un lodazal donde se mezcla todo; los buenos y los malos parecen los mismos y luego pasa lo que pasa.
Pues bien, al hilo de esto no pude evitar que se me viniera a la cabeza aquello de: “Matadlos a todos, que Dios reconocerá a los suyos”, frase atribuida al legado papal Arnaud Almalric en tiempos del Papa Inocencio III, durante la batalla o, más bien, matanza de Bériers.
En este pasaje de la historia en la Edad Media, ni siquiera el Papa Inocencio III lo tenía claro y mediante su legado mandó solucionar lo que él entendía como un grave problema para sus intereses, -los de la Iglesia Católica-, de la peor manera posible, entiendo yo.
Exagerado símil por mí parte, sí, pero créanme que es sólo para ilustrar de la mejor manera, a mi entender, los problemas que padecemos los socialistas ceutíes. El mal está identificado, diagnosticado, diría yo; lo sabemos como nadie, otra cosa es cómo solucionarlo. Motivos no faltan para pensar que en el PSOE debiera suceder de manera justificada aquello que ocurriera en Bériers, salvando las distancias, claro está.
Por cierto, tengo un amigo que dice que el mundo está al revés y que el PSOE comenzará a dejar de tener problemas cuando algunos de los que hoy lo representan, de una manera o de otra, comiencen a entender el significado que tiene la “o” entre sus siglas.