Al iniciar la campaña, tenia claro que no criticaría a otros partidos porque simplemente no es mi estilo y tampoco me hace falta para demostrar mi valía. Después me di cuenta de que se hace muy difícil no comentar nada sobre el juego sucio que llevan a cabo
pensando que los ciudadanos no se dan cuenta, porque la esencia de cada partido se hace latente en estos días, cuando ves que no se conforman con su tercio de panel y te tapan tus carteles una y otra vez o cuando se dedican a insultarse y a descalificar a los
demás por las redes sociales.
El problema es que todo eso está normalizado, y la falta de civilización y la doble moral no están mal vistos.
La política es un ámbito serio, hacen de ello un concurso de popularidad basado en promesas que no pueden cumplir y en sensacionalismo equiparable al de los platós de los programas de cotilleo y de prensa rosa. La ética y la integridad son muy importantes
para recuperar la confianza de los ciudadanos y si se lavan las manos diciendo que no son quienes se encargan de ciertas cosas, que no pueden controlar a su propia gente ¿cómo pretenden gobernar una ciudad?
Debemos reflexionar detenidamente y pensar si realmente queremos ser gobernados por personas que lo mejor que saben hacer es separarnos entre nosotros para ganar nuestros votos, que sólo se preocupan por nosotros en las elecciones y el resto del tiempo no saben cómo vivimos ni quieren saberlo. No se trata de quién denuncia los problemas sino de quien tiene voluntad para solucionarlos.
Personalmente, me parece vergonzosa esa hipocresía de aparentar ser demócratas y luego demostrar lo contrario con acciones mezquinas y egoístas. Quiero transmitir lo mucho que me decepcionan algunos partidos al no actuar con diligencia ni tener en cuenta un principio constitucional importante, el del pluralismo político. A pesar de sus continuos intentos de desanimarme no me rendiré porque quiero y necesito luchar por los intereses de mi gente, y es ahí, donde mostraré esa agresividad. Quieren invisibilizarnos y con nosotros su decadencia, pero lo único que consiguen es motivarnos para trabajar más duro, eso sí, dejando ver sus inseguridades y flaquezas.
Estoy segura de que, como yo, los caballas quieren tener una vida digna y nuestra responsabilidad como políticos es unirnos para mejorar las condiciones de nuestra gente, en vez de interpretar el papel de partidario y crear la discordia entre los ciudadanos. Somos capaces de ser mejores, de hacerlo mejor y de atender las demandas ciudadanas, hacer que participen para conocer su realidad y poder abordar nuestras carencias de una manera eficaz.