Hoy la Región de Murcia observa aterrorizada la estampa que nos dejaban hace unos días varias playas del Mar Menor.
Si esta laguna se encontrase en Cataluña en lugar de estar en Murcia, la tragedia habría tenido mayor relevancia y hubiese ocupado horas en los informativos de televisión, porque miles de peces aparecían asfixiados en la orilla de algunas de las playas buscando sin éxito oxígeno, siendo en la misma playa donde encontrarían la muerte.
El Mar Menor es una albufera de agua salada del mar Mediterráneo, siendo la de mayor extensión en toda España, disponiendo de valores medioambientales que la hacen contar con numerosas figuras de protección, incluida en la lista Ramsar de humedales de importancia internacional para el Movimiento conservacionista y la Sostenibilidad de los humedales. La laguna y sus humedales periféricos han sido designados por las Naciones Unidas como Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo.
Y como no podía ser de otro modo, el Gobierno regional, se ha dado mucha prisa para responsabilizar de este desastre a DANA.
Pero los ciudadanos murcianos tienen memoria y saben que no es así. La Ley 3/1987, de 23 de abril de Protección y Armonización de Usos del Mar Menor fue aprobada por la Asamblea regional, donde en su exposición de motivos señalaba que, la laguna litoral del Mar Menor y su entorno constituyen uno de los espacios geográficos más peculiares de nuestra Región por su calidad y singularidad naturalística.
Esta norma que blindaba a la laguna fue rechazada por Federico Trillo, el Partido Popular y el Gobierno de Valcárcel, hasta que consiguieron anularla catorce años más tarde, alegando que los promotores de la zona sufrirían pérdidas, quedando perfectamente claro que, los intereses y licencias municipales de edificación primaban. Por lo que desde entonces el Mar Menor ha quedado desprotegido y apartado sin importar absolutamente nada a las autoridades, por lo que no se ha podido evitar el desastre medioambiental, ni se ha impedido la llegada de los vertidos procedentes de uso agrícola, ganadero y minero.
Crónica de una muerte anunciada por muchos y que irremediablemente así ha sido, quedando más que visible que estamos siendo gobernados desde antaño por verdaderos monstruos sin escrúpulos y sin sentimientos que ahora se echan las manos a la cabeza culpando a la gota fría.
Ahora lloramos la muerte del Mar Menor, pero nadie entona el «mea culpa» por un mar lleno de cadáveres.