De nuestro presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se puede decir de todo, a lo que él ya se haya referido con sus propias declaraciones, con más o menos polémica, teniendo en cuenta que estuvieron siempre enmarcadas dentro de un contexto exclusivamente de estrategia política y lidiando, a la vez, con lo que le deparó el sorteo, que no es precisamente lo mejor de la camada.
Ardua tarea le espera al presiente, no cabe duda, con unos socios que se sobrevaloran, pidiendo por encima de lo razonable y, por si faltaba algo en un momento de clave electoral donde la vehemencia resulta muy rentable para defender sus propios feudos, empeñados, además, en tensar la cuerda más de lo que la ley de la física y la lógica les permiten, sabedores, en todo momento, que aun así, resultan extremadamente inestables.
Con una desmedida y premeditada desproporción, la oposición no ha cejado ni un minuto en su empeño por descabalgar al ahora presidente, Pedro Sánchez, del liderazgo de su partido. La oposición más dura y vomitiva que se recuerda. Con prácticas que traen a la memoria a las empleadas por los nazis para deshacerse de sus opositores y hacerse con el poder ¡Vaya si les dio resultado!
Por eso, conociendo la historia, no hay que darle la oportunidad a los que ponen deliberadamente a prueba la fragilidad de un sistema, porque, aunque éste responde dentro del mismo con unas series y variadas alternativas, no permite, como en ésta ocasión, – craso error – alternativa durante mucho tiempo porque los que esperan que se colapse están ahí, esperando como carroñeros. Podemos decir que así funciona un régimen democrático y que permanentemente nos encontramos en medio de la partida, de tal manera que, o se fortalece o se quiebra y perece.
Antes de que esto ocurra, resulta evidente que hay que modificar algo ¿Será que las leyes de la evolución demandan cambios? Pero ojo, las variaciones pueden ir en dos sentidos, hacia adelante o hacia atrás. Hacia atrás no significa involución, pueden significar simplemente reajustes.
El estrés y la incertidumbre de algunos se entiende, pero se irán disipando, a medida que comiencen a llegar los resultados de una buena gestión. En este momento, nuestro presiente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, lo que necesita es el respaldo unánime de la gente de izquierda; que huérfanos se queden los intolerantes y los desleales con su país. Por otro lado, le deseamos suerte, mucha suerte. Ahora, así tiene que ser.