No se extrañen pero… de verdad que no sabía cómo meterle mano a este asunto sin herir sensibilidades, sin levantar susceptibilidades y sin ganarme, gratuitamente, algún que otro reproche. Se trata de cómo tratar el asunto de los aproximadamente 10.000 perros urbanos censados en nuestra ciudad.
Ya sé que es considerado por muchos como el mejor amigo del hombre y que estamos en un momento en el que todo el mundo parece querer tener a uno de estos animales como compañía; yo mismo tengo, en este momento, cuatro, aunque por razones distintas, todo hay que decirlo. Familiares y amigos también tienen.
Es muy curioso pero el auge es muy significativo y demasiado evidente, no hay más que pararse en cualquier lugar del centro de la ciudad y mirar alrededor para darse cuenta de que siempre habrá un can a la vista, sino prueben. Haber llegado a este punto parece ser fruto de ese fenómeno descrito como ‘psicología conductual’, donde todos los comportamientos se adquieren a través de la interacción del individuo; de ahí esta proliferación, ésta puede ser la explicación al curioso y prolífero fenómeno.
Ahora bien, cada día son más los ciudadanos que reniegan de la huella que van dejando a su paso nuestros amigos y es que ni los esfuerzos de la limpieza pública, ni los esforzados dueños pueden impedir el mal olor; es más, el orín acompañado del líquido que, algunas de estas personas aplican a cada una de las deposiciones suponen, junto con el enlozado existente, una auténtica pista de aterrizaje. Sobre este asunto, está visto que no basta la buena voluntad del ciudadano implicado, el instintivo deseo de marcar territorio deja una huella de olor y le quita nobleza a esta singular relación entre hombre y perro.
Y es que nuestros mejores amigos tienen un problema de crecimiento poblacional, según pienso. El censo de perros en Ceuta continúa subiendo y de los 7.647 en 2016 pasa, según la SIACE (sistema de identificación de animales de Ceuta), a los 10.000 de 2019.
Esta cantidad de amigos del hombre se está dejando notar, sobre todo, en zonas del centro de la ciudad, donde amos y vecinos de esta zona más se hacen notar. “Yo no lo saco, él me saca”, dicen los enamoradizos dueños ¡Qué tiernos! Durante este invierno, tal tamaño se ha dejado sentir en la nariz, pero… ¿y cuando llegue el verano?