“El jefe de Acción Popular decía en un discurso a los católicos que los socialistas admitimos la democracia cuando nos conviene, pero cuando no nos conviene tomamos por el camino más corto. Pues bien, yo tengo que decir con franqueza que es verdad. Si la legalidad no nos sirve, si impide nuestro avance, daremos de lado la democracia burguesa e iremos a la conquista del Poder”
He recordado este discurso pronunciado por Largo Caballero en noviembre de 1933 tras leer las declaraciones de Miguel Iceta, líder de los socialistas catalanes: “si el 65% de los catalanes quiere la independencia, la democracia deberá encontrar un mecanismo para hacerlo posible”. La lealtad del socialismo a España y al sistema constitucional explicada de forma clara, concisa, breve y precisa.
El PSOE es uno de los partidos más antiguos de España, fundado en 1879, un partido decimonónico coetáneo de otras antiguallas ideológicas como el PNV (1895) y que a lo largo de su prolongada e ininterrumpida vida se ha distinguido por su falta de lealtad y por su afán de conquista del poder a cualquier precio.
El fundador del partido, Pablo Iglesias, se estrenó en el Congreso español en el año 1910 con una frase que resumía con precisión el pensamiento socialista: “estaremos en la legalidad mientras la legalidad nos permita adquirir lo que necesitamos; fuera de la legalidad cuando ella no nos permita realizar nuestras aspiraciones”, para a continuación amenazar con el atentado personal al presidente del gobierno Antonio Maura, hecho que ocurriría 15 días más tarde a manos de un militante del Partido Radical, una acción que por supuesto no condenaría el fundador del PSOE.
Con la Dictadura de Primo de Rivera cooperaron abiertamente (Largo Caballero llegaría a ser Consejero de Estado) con el objetivo de perseguir y eliminar a la competencia anarquista que en aquellos tiempos concentraba el apoyo obrero. Con la República se destaparon del todo, especialmente ante la previsión de que podrían perder las elecciones de 1933 (como así sucedería) recurriendo a la violencia con los tristemente famosos “batallones de chíbiris”, fuerza paramilitar de las juventudes socialistas dedicados a sembrar el terror en las calles. Cuando perdieron las elecciones urdieron un golpe de estado con la complementariedad de los separatistas catalanes y con el objetivo último de provocar una guerra civil y así acabar con la Republica e instaurar la dictadura del proletariado, un golpe que fracasó pero que dejaría un reguero de más de mil muertos. Ya de vuelta al poder con el Frente Popular, los últimos meses de la República fueron de una violencia inusitada en la que los socialistas se significaron hasta el punto de asesinar a uno de los líderes de la oposición, el diputado Calvo Sotelo.
Durante la guerra civil también se distinguieron por regentar algunas checas donde torturaban y asesinaban a personas que cometían delitos tan execrables como ir a misa. Tras la derrota, sus principales dirigentes (salvo honrosas excepciones como Besteiro) huyeron con el dinero robado a todos los españoles hacia un exilio dorado. Durante el franquismo brillaron por su ausencia (“40 años de vacaciones” ironizaba Peces Barba) dejando a los comunistas como única oposición al dictador para volver oportunamente con el empuje (y el dinero) norteamericano y alemán una vez el régimen entró en fase de declive y se vislumbraba ya la llegada de un nuevo régimen.
Esta es la historia del PSOE, el resto es presente: su participación en el 23-F aun por aclarar, los secuestros y asesinatos de los GAL (muchos de ellos personas inocentes), el pacto con ETA para que no asesinaran en Cataluña, la utilización vomitiva del 11M, su reciente alianza parlamentaria con independentistas, populistas bolivarianos y proetarras para lograr la moción de censura… y ahora la condescendencia con el golpe separatista. Lo dicho, quien no los conozca, que los compre.