Esta pandemia que está atacando a la esencia de los modelos urbanos a los que estamos acostumbrados, a la densidad de la población, al intercambio socioeconómico, al modelo cultural y a los sistemas de movilidad se han convertido en puntos fuertes colaboradores de la propagación de este virus, la transcendencia del covid-19 se ha convertido en global debiendo favorecer políticas de coordinación y cooperación. Esta situación debe hacernos cuestionar nuestros modelos de desarrollo territorial además de nuestra forma de vida individual o colectiva dándonos pie a que empecemos a reflexionar.
El confinamiento se ha convertido en el protagonista de nuestras vidas obligándonos a parar nuestros quehaceres ajetreados haciendo que paremos y movernos por aquello que consideramos de primera necesidad. Se vislumbra un nuevo escenario de incertidumbre que sin haberlo asumido aún, iremos aceptando en nuestras vidas la llegada de un virus que ha puesto a la salud por delante de criterios como el económico, educativo o el religioso, por eso deberíamos valorar más que nunca lo público, implicando también a cuidar lo común. Nos encontramos en un letargo, viviendo un nuevo ensayo de modelo de conciliación laboral tal como la redistribución de las propias urbes.
Esta situación está desmontando estructuras que ofrecían a la ciudadanía un servicio que con este virus han dado pie a reflexionar si son los idóneos, estamos hablando de residencias para nuestros mayores que a lo largo y ancho de nuestro país han dejado escenas de mucha tristeza con una gran duda social y emocional por lo que hay que plantearse a muy corto plazo si el modelo de atención que se les está dando es el idóneo porque no debemos, ni podemos olvidar que nuestras ciudades están envejecidas con problemas de soledad y hacinamiento donde tenemos que visualizar la importancia del tejido social y las redes comunitarias, porque es visible que los sistemas con los que se cuenta en la actualidad han fallado y por ello hay que volver a reinventarse y ofrecer nuevas soluciones.
En estos momentos nuestros hogares se han convertido en nuestro principal escenario, dejándonos claras sus virtudes y carencias. Nuestro salón se ha convertido en un espacio comunitario donde poder llevar actividades tales como trabajar, jugar, estudiar y hacer deporte, nuestro balcón es la conexión con la vida al exterior donde podemos tomar el sol. Nuestras casas son esenciales, por ello hay que reivindicar el derecho a una vivienda digna, combatir el hacinamiento que padecen muchísimas familias. La infravivienda y la falta de espacio son un problema que se está haciendo muy visible por esta situación, donde los que nos gobiernan tienen que tomar acciones para no permitir que una familia numerosa esté conviviendo en un espacio sumamente reducido y en una situación precaria.
Con la inmovilización causada por este estado de alarma se está dando forma a una ciudad distinta donde se han desdibujado las grandes centralidades, creando muchas otras relacionadas con la vida de los barrios; tal vez ahora más que nunca tengan sentido los recorridos a pie o en bicicleta, como una solución para el desconfinamiento y para pensar también que nuestra naturaleza no fue capaz de convencernos de lo mal que estábamos haciendo las cosas, porque no hemos parado de contaminar cargándonos el medio ambiente, así que un día sin esperarlo, apareció un virus capaz de matarnos en cuestión de días y nos puso en nuestro sitio. Sin duda, una lección de vida que la humanidad no ha tenido más remedio que aprender. Solo es un punto y aparte, el cómo seguir solo nos corresponde a nosotros y el cambiar nuestras prioridades, también.
Lo medios de comunicación sacan vídeos sobre el metro y se escandalizan, sin embargo nadie dice nada sobre las compañías aéreas, los vuelos van a tope y nadie cumple las normas de seguridad. Me pregunto por que se calla sobre este asunto?
Quiero que esta pandemia que se
acabé en una vez y que vuelva la normalidad de siempre y que pedro Sánchez que no gobierne nunca más en España y que se vaya pedro Sánchez de España