Estamos en estado de alarma. Estamos en estado de shock. Estamos apesadumbrados, pero formamos parte de una sociedad madura, moderna y con recursos. Ahora, más que nunca, debemos seguir a pies juntillas las recomendaciones y órdenes de nuestro gobierno, porque es la mayor expresión de solidaridad y de humanismo que podemos tener. Porque así ayudamos a todos, junto con nosotros mismos, a superar este desafío y, más concretamente, nos ponemos de lado de quienes están en primera línea de combate protegiéndonos del ataque de ese maligno ser minúsculo llamado covid-19.
A todos esos, a todos los que están dando respuesta con valor y tenacidad al enemigo, les debemos agradecimiento y respeto y todos sabemos quienes son: En primer lugar, todos los que trabajan en el área de la salud, médicos, enfermeros, celadores y resto de profesionales que lo están dando todos. A su lado, policías, guardias civiles, militares, transportistas, agricultores, ganaderos, pescadores, farmacéuticos, cajeros de supermercado, distribuidores y un largo etcétera, unos para recordarnos nuestras obligaciones y otros para que no nos falten los suministros básicos en esta mala hora. A todos ¡GRACIAS!
Pero sería imperdonable que nos olvidásemos de unos profesionales que también están ahí, cada día, sin descanso y con mucho riesgo, ofreciéndonos algo que ahora mismo es tan esencial como todo lo demás: los profesionales de los medios de comunicación.
Parece que existen como existe el aire, el cielo o las montañas, pero no es así. Existen por vocación y su trabajo casi siempre es mal entendido, sobre todo por los poderes públicos que, ante cualquier suspiro, tienen la tentación de abandonarlos a su suerte.
¿Se imaginan ustedes cómo los ciudadanos podrían afrontar esta crisis si los medios de comunicación echasen el cierre? ¿Quién o quienes contarían a los millones de personas ávidos de saber, lo que dicen los expertos o los planes del gobierno de España o del gobierno de Ceuta para aliviar tanta angustia? Porque si sabemos algo de coronavirus, no es gracias a Sánchez o a Vivas, sino gracias a los cientos de profesionales de la comunicación que trasladan información y datos día a día y hora a hora al conjunto de nuestros conciudadanos. Ni siquiera lo que cuentan o exponen los mejores especialistas en la materia sería de común conocimiento si los periódicos, las radios o las televisiones no le prestaran la atención que el asunto merece. Y ¿por qué lo hacen? Pues por la misma razón que los médicos hacen su trabajo o los transportistas o los panaderos, es decir, porque tienen conciencia de su responsabilidad y más en un momento cumbre como el que estamos viviendo.
Vivas ha ordenado al parecer a sus consejeros que no dispongan gastos superfluos, porque hay que pensar en el coronavirus. Totalmente de acuerdo. Ahora más que nunca, aunque los gastos superfluos los son siempre. El miedo que me da es que, como siempre, algunos interpreten que el gasto en comunicación es de esos que pueden considerarse superfluos. Espero que el presidente de Ceuta, inteligente donde los haya, entienda que, si ahora hay que establecer una lista de servicios esenciales que hay que proteger, uno de ellos y, además, de los más importantes, es el de la comunicación. Sin ellos la oscuridad sea sumaría al miedo. En estos momentos (yo afirmo que nunca), los medios de comunicación no deben verse como un negocio para los editores, porque son un soberbio un instrumento esencial al servicio de todos. También necesitan ayuda, como el resto de profesionales de primera línea y también se merecen nuestro agradecimiento.