La Playa Benítez, fue la playa de los niños y niñas de Villa Jovita de principios de los años 70. Al finalizar el curso, inaugurábamos nuestro período estival, bajando a la playa con tan sólo una toalla al hombro y el peine para alisarnos el pelo al salir del agua. Cuando conseguíamos una vieja cámara de las que están en el interior de la rueda de los coches, también la transportábamos entre todos, para que luego nos sirviera de entretenimiento cuando nadábamos.
No existía otra forma de diversión que ésta, ni tampoco otros recursos para realizar cualquier tipo de actividad. Nuestros baños transcurrían desde la llamada Playa de Bazurco, lo que hoy es la playa cercana a las escolleras cercanas a San Pablo, hasta la playa Benítez, situada frente al antiguo restaurante Casa Fernando. La zona de playa frente a CEPSA, nos estaba casi prohibida, ya que las casetas privadas de los militares ocupaban toda la costa y acotaban todos los espacios de arena para poder asentarnos. Entonces no había duchas, pero en ocasiones, podíamos quitarnos el salitre antes de llegar a casa, en la caseta privada del Casino de Villa Jovita, si alguna de nosotras era socia. Nuestro cuerpo terminaba a diario achicharrado por el sol porque ni las sombrillas ni los protectores solares formaban parte de nuestro atuendo habitual y porque la jornada la pasábamos nadando entre las dos rocas que llamábamos “Mellizas”, y tumbadas al sol , en las piedras , y que a diario nos manchaba de alquitrán el traje de baño.
Con el paso del tiempo, tuve la oportunidad de que la Playa Benítez volviera a ser mi Playa de nuevo. Las Playas actuales se dotan de todo tipo de servicios: duchas, grifos, rampa de minusválidos, socorristas, áreas deportivas, contenedores de basura, restaurantes, etc, pero no todas las playas de Ceuta y sus paseos gozan de los mismos privilegios. La Playa Benítez sigue siendo una playa de segunda categoría.
Cuando camino por el paseo cercano a la playa, sólo puedo mirar al mar, porque es la única opción para no ver el deterioro, la suciedad y la falta de mantenimiento que sufre no sólo la playa sino también, toda la zona desde Benítez a Benzú. Si se hace este recorrido por el paseo, se puede comprobar que desde que hicieron el nuevo acerado, hace cuatro años, no han repuesto las papeleras, hay pocas, desde el inicio hasta la llegada a la playa del Trampolín.
Teniendo en cuenta que ese tramo es el paso de cientos de inmigrantes que circulan a diario para ir y venir al Ceti, toda esa zona sufre mayor deterioro, por lo que necesita más servicios de mantenimiento y depósitos para la basura.
Los excrementos de los perros, los envoltorios de comida cocinada, las latas de refrescos inundan los arriates y las aceras en muchas ocasiones. La falta de pintura de la balaustrada le ha dado con el paso del tiempo un color entre gris y marrón y los malecones que protegen la carretera de Calamocarro del fuerte oleaje, han adquirido una forma redondeada en algunos tramos por la erosión del mar. El camino desde la playa del Trampolín hasta Benzú se reformó hace más de una década y se equiparon con accesorios deportivos de madera, y con paneles informativos que se han ido deteriorando con el paso del tiempo.
Fue entonces cuando se prometió terminar ese paseo y adecuarlo con los mismos medios de los que dispone el camino que lleva al Hacho, o el paseo desde la Playa de la Rivera al Tarajal. Hace un mes, parecía que esto iba ser una realidad porque se veían vallas metálicas tiradas en la explanada de la antigua fábrica de pescado. Al poco tiempo se comprobó que las vallas ya estaban puestas, pero si vas caminando en dirección a Calamocarro por el interior de la valla, sin esperarlo , tropiezas con un muro de frente y a la izquierda la valla protegiéndote del tráfico y que te impide el paso. Sólo tienes dos alternativas , o saltar la valla, o volver al punto de partida y como consecuencia, o te puede atropellar un coche o te puedes caer saltando el obstáculo. Esa es la última modificación tan esperada y aún no se sabe a qué mente privilegiada se le ocurrió esa idea.
Si en lugar de pasear por la acera optas por caminar por la playa tienes que ir esquivando los tres arroyos que vierten sus sucias aguas al mar y que arrastran en caso de lluvia, todo tipo de ramajes, envoltorios y suciedad , así como la acumulación de algas junto con los destrozos del asfalto que sirven de apoyo a duchas y grifos.
Siempre que paseo por la playa Benítez, sólo puedo mirar al mar porque es el mismo mar que permanece inalterable con el paso del tiempo, con sus mismas rocas, su mismo color verdoso en poniente y azulado en levante. Es el mismo mar que nos envolvía en nuestra adolescencia y que era testigo de nuestros amores veraniegos y nuestros proyectos de futuro.
La dejadez de los políticos y responsables del cuidado de esta playa sólo han conseguido deteriorar su entorno, pero no acabar con la belleza de sus aguas. El estar en período electoral y suponer que algún político va a convertir la Playa Benítez, esa playa olvidada, en un entorno digno de ser contemplado, me da la esperanza de que en algún momento próximo podré contemplar, no sólo el mar, sino sus piedras, su paseo y su entorno.