Llevo muchos años en la lucha feminista. Durante todos estos años me he enfrentado a hombres machistas, que se sienten amenazados porque creen que el feminismo busca despojarlos de los privilegios que han ido atesorando y disfrutando durante siglos. Porque no entienden que lo que buscamos es la plena igualdad, remover los obstáculos que impiden que las mujeres sean iguales en derechos a los hombres.
También he batallado mucho con una nueva especie, surgida de la derecha más rancia: las mujeres machistas. Mujeres que se dedican a difundir por redes sociales los mismos mensajes misóginos, machistas y retrógrados que los hombres. Empezaron a surgir a raíz de la sentencia de “La Manada” y, desde entonces, no paran de publicar vídeos y montajes en los que demostrar falacias tales como que las mujeres ya hemos copado todos los derechos, que la igualdad ya existe y que las feministas somo personas necias en busca de minutos de gloria, anhelando subvenciones, y que sólo permanecemos en la lucha feminista por cuestiones económicas. Nada más lejos de la realidad.
Y luchar contra estos dos perfiles es agotador, extenuante. Pero cuando una decide luchar por la igualdad y por erradicar el machismo y la violencia de género entiende que se encontrará a este tipo de figuras. Lo que una no espera, bajo ninguna circunstancia, es que tendrá que usar argumentos y energía en enfrentarse a mujeres que se autodenominan feministas, y que buscan argumentos torticeros y malévolos para humillar a mujeres que deberían ser compañeras en la lucha. Es repugnante. Ver a un mujer “feminista” atacando a otra mujer que sí es feminista, y, para más inri, debatiendo una cuestión feminista. Porque eso es lo que ha ocurrido en el Pleno de la Asamblea cuando Caballas ha presentado una propuesta para apoyar la Huelga del 8-M.
Una huelga importante, en la que hay que continuar la estela del 8-M del año pasado, en la que demostramos, con imágenes que dieron la vuelta al mundo, que sin las mujeres el mundo se para. Que le revolución feminista llegó para quedarse. Y por eso, todas y todos deberíamos estar en el mismo barco, y remar en la misma dirección. Deberíamos.
Por ello, duele especialmente ver a mujeres atacando a otras mujeres en causas justas. Y duele ver a los medios de comunicación intentando manipular a la audiencia. No se puede ser verdugo y víctima. No se puede sorber y soplar. La verdad sólo tiene un camino. Y las luchas justas no se pueden desmerecer, por ego o/y oportunismo político. No todo vale en política.