Charlando con un buen amigo, cinéfilo sabio y magnífico crítico, me dijo que la actual posibilidad de tener un Cine-Club en Ceuta, gracias a la Biblioteca Pública del Estado Adolfo Suárez, es lo más parecido al aterrizaje de un OVNI en nuestra ciudad. Y no, no resulta en absoluto exagerado, porque supone todo un acontecimiento el hecho de poder descubrir el cine de los grandes, medianos y pequeños maestros del siglo XX, que nos hurta y nos hurtaron las salas comerciales, la circunstancia de no vivir en una gran capital con salas especializadas, así como la tele de todos, TVE, que lo suprimió de raíz a finales de la década de los noventa (me refiero al mítico Cine-Club de La 2, que promovió el amor al cine y con el que aprendimos y nos formamos tantas personas desde los años ochenta, ya fuera en el prime-time como a partir de la una de la madrugada).
El Cine por delante, nombre con el que bauticé el Cine-Club del que soy responsable en la Biblioteca desde que comenzó su andadura el pasado octubre, un martes de cada mes, a las 19:30 horas de la tarde, tiene como principal objetivo que todas aquellas personas que lo deseen compartan en una sala (en este caso, la de Usos Múltiples) el hecho cada vez menos frecuente de vivir una creación del Séptimo Arte en la gran pantalla, de la mano de autores, cinematografías y épocas que desconocen o conocen de oídas; que no recuerdan; que tenían ciertos prejuicios en relación a esas obras que siempre iban destinadas a las salas de Arte y Ensayo por ser juzgadas como minoritarias; o que, simplemente, veían en la soledad del salón de su casa. Y, por supuesto, en versión original subtitulada… porque pocos son conscientes de la aberración en que consiste un doblaje, capaz de destrozar el tono expresivo de actores y actrices en su idioma; alterar, mutilar o sustituir la banda sonora musical y/o el sonido ambiente concebido para una película (presentes en muchas ocasiones no por casualidad, sino para cumplir una función dramática que subraye la acción, la contradiga o ironice a su costa); y, en definitiva, vejar la intencionalidad última del creador.
Por el joven Cine-Club ceutí han desfilado Luis Buñuel (“Él”, 1952), Rainer Werner Fassbinder (“Todos nos llamamos Alí”, 1973), François Truffaut (“La piel suave”, 1964), Fernando Fernán Gómez (“El mundo sigue”, 1963) y Francisco Regueiro (“Duerme, duerme, mi amor”, 1974). Unas veces con mayor asistencia, otras con menos, lo cierto es que el público, cuando acaba la proyección, se va con la grata sensación no ya de haber contemplado la película de un gran cineasta sino con que la experiencia fílmica le ha alimentado, enriquecido, tocado a nivel intelectual, sensorial, estético, de que ha reflexionado y disfrutado con esas imágenes en movimiento que se sitúan en el extremo opuesto de gran parte del cine actual, del ruido atronador de sus bandas sonoras y efectos de sonido; de la acción gratuita, absurda, desenfrenada y esquizoide; de los estereotipos de género cada vez más manidos, previsibles y pobres; de la anemia creativa y el encefalograma plano que inunda las pantallas; o esas películas de directores de supuesto prestigio (pero en realidad infames, tramposos, hipócritas, abominables) con mensaje y transmisión de valores enlatados, amables, condescendientes, de buenas intenciones o de provocaciones gratuitas, de ‘grandes temas’ envueltos en plomizo academicismo e impuestos a cucharadas, empaquetados en serie para anular la capacidad de sorpresa del espectador y los asimile sin posibilidad de provocar una reflexión crítica y autónoma, dado el descaro de su discurso y su medición al milímetro.
Les invito, por tanto, a que una vez al mes, acudan al Cine-Club de la Biblioteca para celebrar el cine como Arte, para saludar a los maestros y cinematografías más diversas, a enfrentarse, dejarse seducir o simplemente llevar por una propuesta fílmica que, para bien o para mal, no les dejará indiferentes… como de hecho así ha venido ocurriendo en todas las sesiones. Unas veces, el público aplaude al final (Buñuel, Fassbinder); otras, enmudecen con escalofrío (como ocurrió con la obra maestra de Fernán Gómez); se contagian de la pureza de los sentimientos del “amor fou” (Truffaut), o se dejan arrastrar por el absurdo y la venenosa hilaridad de la propuesta (Regueiro).
La próxima cita será el martes, día 5 de marzo, a las 19:30 horas, con Rainer Werner Fassbinder y “Las amargas lágrimas de Petra von Kant” (1972), una de las cumbres de su impresionante filmografía, historia de amor lésbico marcada por la posesión enfermiza. Como siempre, al comienzo presentaré la película y, si así lo desean, al final de la misma habrá un pequeño debate de no más de un cuarto de hora.