Cumpliendo fielmente la máxima con la cual me educaron, «De bien nacido es ser agradecido», expreso en letras el ejercicio de persona de bien.
Recientemente, mi madre fue evacuada desde Ceuta a Cádiz para someterse a un cateterismo preferente. Fui con ella como acompañante con los temores y nervios que nos asaltan ante una situación delicada, inesperada y desconocida.
Tuvimos la gran suerte de toparnos con la profesionalidad hecha persona desde el primer momento que subieron a mi madre a la ambulancia. Tanto el conductor de la misma como el D.U.E que realizaron esta evacuación, merecen este agradecimiento en forma de visibilización por la gran labor humanitaria y profesional que desarrollan. Desde el primer momento, nos disiparon ese desconcierto y esos temores convirtiéndolos en tranquilidad y confianza.
La humanidad de Abdelah traducida en los cuidados sanitarios, trato humano, atención hacia mi madre y el cariño que le dispensó no es fácil de olvidar. El conductor de la ambulancia también demostró lo vital y básico que es, para las vidas humanas, la pericia y la experiencia al volante, haciendo una demostración de profesionalidad en un día donde la climatología era adversa en carretera. Trasladó a mi madre en camilla por los pasillos con gran humanidad y tacto, su afabilidad y trato cercano atenuaron esos momentos de incertidumbre. Ambos merecen mi agradecimiento, admiración y respeto.
Y es de justicia visibilizar la labor de estos dos profesionales que representan a la Sanidad Pública, tan denostada y amenazada con las tijeras de los recortes y la careta mercantil de la privatización. Lejos de teorizar sobre política, enmarcando esta carta en el énfasis del agradecimiento, hablo de humanidad.
La ciudadanía de Ceuta (los de a pie) leemos impasibles concesiones de medallas, reconocimientos, escudos de la ciudad que, a veces, nos dejan perplejos y con cara de cero. Estos señores y señoras sí que merecen una medalla y un reconocimiento público pero no porque evacuaron a mi madre, sino porque lo hacen diariamente, durante todos los meses y a lo largo de muchos años.
Sin perder la profesionalidad, sin descuidar la atención y lo más importante sin borrar la huella de humanidad que llevan grabada. Seguramente el político o responsable de conceder esas medallas no descubrirá, desgraciadamente, lo importante que es la labor de una evacuación hasta que la sufra en primera persona.
Y créame que no será un plato de buen gusto pero que no indigesta gracias a la labor de profesionales como ellos dos. Mi madre, con su ínfima pensión, y sus hijos en paro jamás hubiéramos podido costear este desplazamiento ni esta intervención; y jamás hubiéramos tenido el placer de conocer a estos dos profesionales que enaltecen la sanidad pública.
Los responsables de recortes deberían, aún más en Ceuta por su situación geográfica de extrapeninsularidad, cuidar y mimar las figuras de evacuación, traslado de enfermos y lejos de descuartizarla, dotarla de más partidas económicas que se traduzcan en más recursos humanos, medios, dotaciones, ayudas y subvenciones que redunden en beneficio de profesionales y enfermos.
Quisiéramos, igualmente, hacer extensible este agradecimiento al Servicio de Cardiología de Ceuta, al del Hospital Puerta del Mar de Cádiz, al Servicio de Evacuaciones de Ceuta y a todos los profesionales, sanitarios o no, que han participado directa o indirectamente en esta evacuación.