No es la primera vez, ni tampoco será la última, en la que escuchamos que el comercio de Ceuta está pasando por una crisis importante. Por desgracia, han sido muchas las incertidumbres que han ido adornando nuestro futuro, pero casi siempre hemos reaccionado y la ciudad ha podido salvar la tempestad. Son muchos los factores que se dan para que los ceutíes estemos sometidos a este continuo sufrimiento, especialmente nuestra situación geográfica. Los diferentes gobiernos del Estado han ido capeando el temporal como han podido, la mayoría de las veces claudicando ante Marruecos y aumentando las “ayudas” para agradecer su colaboración en materia de inmigración y también como socio preferente contra el terrorismo yihadista.
Una vez más nos encontramos en una encrucijada en la que se ciernen negros nubarrones sobre nuestra economía local, agravados por la ralentización del crecimiento en la economía global, que sin duda nos afecta a todos los españoles, vivamos donde vivamos.
No está en mi ánimo echar culpas a nadie, sino más bien todo lo contrario. Parto de la base que todos los gobiernos quieren hacer una buena gestión y obtener el reconocimiento de sus ciudadanos en forma de papeletas en las urnas. Sin duda, no siempre las prioridades de Madrid y Ceuta coinciden, pero hay muchas razones de Estado que aconsejan que la Plaza de los Reyes y la Plaza de África se entiendan, dialoguen y aúnen fuerzas para que Moncloa reciba un mensaje único y muy nítido. Esto mismo debe pasar en la Asamblea, donde hoy más que nunca hace falta unidad y altura de miras. Soy consciente de que no está en estos momentos el patio para mucho consenso, sobre todo después de los últimos desencuentros; sin embargo, hay que dejar de lado las diferencias y poner especial empeño en trabajar codo con codo y sin desaliento para que se resuelvan cuanto antes los problemas, intentando de forma clara y sin ambages que se de prioridad a buscar una alternativa real y efectiva a nuestra total dependencia del Tarajal. Sacrifiquemos lo que haya que sacrificar, pero pongámonos todos a buscar el acuerdo para que nuestra Ceuta tenga despejado su futuro y podamos vivir con menos intranquilidad.
Los ciudadanos debemos apelar a la responsabilidad de nuestros representantes, todos, gobierno y oposición, para que se remanguen, se sienten alrededor de una mesa y no se levanten hasta que consigan ponerse de acuerdo en la estrategia a seguir. Después, todos a remar juntos y a trabajar para alcanzar los objetivos marcados.
Ceuta necesita hoy más que nunca que dejemos apartadas nuestras diferencias y busquemos puntos de encuentro en favor de los ciudadanos, sobre todo los más vulnerables. La Historia juzgará severamente a todo aquel que no lo intente de forma incansable.