Ardua tarea sería escoger el pecado capital que mejor define a los españoles. Según la literatura especializada nos debatiríamos entre la soberbia y la envidia. Ganando una u otra en función del autor leído. Tal vez eso es lo que ocurra con la llegada masiva de turistas europeos a nuestro país. Principalmente franceses en Madrid y alemanes e ingleses en Baleares. Los primeros ya están. Los segundos son esperados para la Semana Santa.
El soberbio es incapaz de ponerse en el lugar del otro, de pensar por un segundo que no lleva razón, de entender que no solo existen derechos sino también obligaciones. En algunas ocasiones puede ser el fruto de no tener muy claras nuestras ideas a la par que muy desarrollada la capacidad de odiar.
Uno de los diarios más leídos de Alemania, “Bild”, califica a Madrid como el “oasis de vacaciones en Europa”. No es difícil encontrar en la prensa germana frases como: “¡Tres horas de vuelo y habrás escapado de la monotonía del coronavirus!”.
Hasta ahora son los franceses quienes a menos de tres horas están llegando, un día sí y otro también, a la capital española. ¿Para ver museos o piezas teatrales? ¡Va a ser qué no!, sino para darse un soplo de liberté, égalité et fraternité, en España de las férreas medidas restrictivas francesas. Donde se acaba de implantar un toque de queda a partir de las siete de la tarde. Estos jóvenes vienen a España a vivir y a respirar (liberté et égalité); de bares, restaurantes y que la fiesta no pare (fraternité).
La Policía Municipal de Madrid suele intervenir en más de 400 fiestas cada fin de semana, de las que aproximadamente el 10% son en apartamentos turísticos. La Policía ha detectado la presencia de unos 2.500 franceses convirtiendo a la capital de España en el fiestódomo de los jóvenes galos. Por 100 euros sale el vuelo y al regreso solo necesitan hacerse una PCR, y eso si han estado más de 72 horas fuera de su país. Por carretera ni eso, de los cuales lo hacen 3 de cada 4 jóvenes ¡Ni caro, ni complejo!
Y con todo esto el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado (Cs), decía ante la ‘invasión’ de franceses en Madrid que «los turistas son bienvenidos siempre y cuando se respeten las medidas de seguridad y se hagan las cosas bien”.
Está claro que el Turismo es el motor de la economía española, y que se prevé que se pueda perder en torno a los 50.000 millones de euros por año de ingreso bruto directo. Pero a tenor de los datos, no parece que estos turistas franceses/madrileños vayan a frenar significativamente estas pérdidas. Las cifras económicas relacionadas con su llegada no son astronómicas precisamente. Y en todo caso, recurriendo al refranero y actualizándolo podríamos decir: “Pan para hoy y pandemia para mañana”.
La envidia como tristeza o enojo por el bien ajeno es definida en demasiadas ocasiones como uno de los grandes defectos de los españoles. De hecho, en el mejor de los casos solemos enturbiar el triunfo ajeno con unas nubes de dudas sobre su triunfo, cuestionando la capacidad o dejándolo en las manos de la diosa fortuna.
Las playas de Baleares no solo acogerán turistas alemanes sino también británicos en unas semanas.
Los números hablan con fuerza indicando que España será el país del mundo más perjudicado por el “cierre” del turismo en cuanto a ingreso bruto directo. Lejos quedan los superávits por cuenta corriente logrados y la reducción de la deuda exterior considerablemente gracias a los ingresos derivados del turismo internacional.
Con la caída del turismo caen la hostelería, la restauración y el transporte, entre otros sectores económicos.
El Gobierno alemán ha previsto que sus ciudadanos puedan viajar además de a Baleares a Valencia, Extremadura, La Rioja, Castilla-La Mancha y Murcia.
En este caso el neo refrán no sería: “Pan para hoy y pandemia para mañana” sino, “Pan con chocolate para hoy y pandemia para mañana”.
Y mientras España parece abierta al turismo internacional, la aldea gala de Panovivax y Hernandix permanece cerrada a cal y canto. ¿Soberbia? ¿Envidia? Simplemente incapacidad para gestionar. Los dos peores gestores del universo al frente de la Ciudad Autónoma de Ceuta, cada día menos ciudad y más aldea, menos autónoma y más dependiente, menos Ceuta y más cortijo.
Panovivax, el druida sabio, que ha empocimado a Hernandix, convirtiéndolo en la oposición de la oposición, nos ha recalcado, ¡por Tutatis!, que ha sido Sanchecúrcix él nos deja salir hasta las once, “obedeciendo a la intención de atenerse, de manera estricta, a lo dictado por el Consejo Interterritorial” de la Aldea. Castex dice que “la pandemia se está acelerando en Francia” y nosotros dejamos jornadas de puertas abiertas a miles de franceses. Mientras Box apoyaba el toque de queda a las doce, para Alitex, la salud está por encima de la economía, pero su mayor preocupación en estos momentos es exigirle a Panovivax que los controles de viaje tanto a la ida como a la vuelta se cumplan, pues dice que, “no se están justificando debidamente” y, esto es más o menos lo que opinaba Falbala. También, en apoyo a la economía dijo con acierto que consideraba contradictorio mantener un toque de queda a las diez, “si durante el día no existe control de aforos y cumplimiento de las medidas sanitarias implementadas”. Pues nada, a todos los que dicen que la salud está por encima de la economía, a ver cuánto dura esta, hasta que los sestercios en Asuntos Sociales se acaben, ¡Ah que no!, que ya nos llegara el cheque de las transferencias. Por si no lo saben estos bardos, las colas del hambre existen. Las políticas se hacen con dinero, las revoluciones con hambre.
Después diremos que de rebrote no vale.
¡Menos mal!, parece ser, que el único que ha buscado una solución es Julianux, que propone dar un solo cazo de la poción a cada aldeano, hasta que la marmita vuelva a estar rebosante.