El 30 de enero de 2024 marcó un hito en las relaciones internacionales cuando Panamá y Marruecos consolidaron su alianza a través de una declaración conjunta, inaugurando un nuevo capítulo de cooperación y entendimiento recíproco. Este evento diplomático, fruto de negociaciones sostenidas entre los ministros de Relaciones Exteriores de ambas naciones, simboliza el éxito de una diplomacia activa, con un enfoque particular en el respaldo al reconocimiento de la integridad territorial de Marruecos en el contexto del conflicto del Sáhara Occidental.
Nasser Burita, el ministro de Exteriores marroquí se ha destacado por su rol decisivo en el avance de las negociaciones, promoviendo la causa de Marruecos en la arena internacional y consolidando apoyos a favor de la soberanía del país sobre el Sáhara. La destreza y dedicación de Burita han sido claves para superar diferencias y hallar puntos de acuerdo con Panamá.
El esfuerzo mancomunado y la labor de mediación de los embajadores de ambos países también han sido cruciales en este proceso, asegurando un canal de diálogo abierto y efectivo que ha permitido una comprensión mutua y el manejo adecuado de los intereses y preocupaciones de cada parte.
Las relaciones diplomáticas entre Panamá y Marruecos han atravesado una trayectoria compleja, marcada por tensiones y desafíos, pero recientemente han tomado un giro hacia la consolidación y fortalecimiento. Este cambio se refleja en la reciente declaración conjunta, donde ambos países reiteran su voluntad de fortalecer sus lazos bilaterales, destacando su cooperación en áreas clave como el comercio, la reducción de la pobreza, la educación, la salud, y el desarrollo sostenible.
El conflicto histórico entre las naciones se centra en la postura de Panamá sobre el Sáhara Occidental. En 2014, el gobierno panameño suspendió su reconocimiento a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), lo cual fue un punto de inflexión en las relaciones bilaterales, permitiendo la apertura de embajadas y el restablecimiento de lazos. Sin embargo, esta decisión se revirtió al año siguiente, creando tensiones y desencadenando advertencias de Marruecos sobre el cierre de su embajada en Rabat.
La diplomacia marroquí ha enfatizado la importancia de una «neutralidad positiva» de los países latinoamericanos respecto al conflicto del Sáhara Occidental, alineada con la postura de las Naciones Unidas. Marruecos ha ejercido presión diplomática para asegurar esta neutralidad, como se evidencia en las declaraciones del ministro de Exteriores marroquí, Naser Burita, y la posible reconsideración de mantener relaciones diplomáticas con Panamá.
Sin embargo, la reciente declaración conjunta marca un avance significativo en superar estas diferencias. Panamá y Marruecos han acordado enfocarse en objetivos comunes y áreas de interés mutuo, tales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la gestión de la migración y proyectos de descarbonización de la economía. Este enfoque colaborativo es un paso hacia la superación de las tensiones pasadas y el establecimiento de una relación más armoniosa y productiva.
Marruecos ha reconocido el papel estratégico de Panamá como centro logístico para América Latina y el Caribe, ofreciendo oportunidades para que Marruecos acceda a estos mercados a través de Panamá. Esta visión pragmática y orientada al futuro es un testimonio del potencial que tienen estas naciones para beneficiarse mutuamente en un marco de respeto mutuo y coexistencia pacífica.
La declaración conjunta destaca la voluntad de ambas naciones de colaborar en sectores fundamentales como el comercio, la educación, el desarrollo sostenible, la gestión de la migración y la transición hacia economías bajas en carbono. Marruecos reconoce en Panamá un aliado estratégico esencial para su expansión hacia los mercados de América Latina y el Caribe, mientras que Panamá muestra apertura hacia la postura marroquí respecto al Sáhara Occidental.
Este avance en las relaciones diplomáticas promete no solo fortalecer el vínculo bilateral entre Panamá y Marruecos, sino también servir de modelo para la diplomacia global, enfocada en el respeto mutuo y el interés común. Con este acuerdo, ambos países se comprometen a caminar juntos hacia el desarrollo y la cooperación regional, estableciendo un futuro de colaboración y entendimiento mutuo.