Un año después del episodio que puso en vilo a la política española, el liderazgo de Pedro Sánchez dentro del PSOE no solo se ha afianzado, sino que se presenta como incuestionable de cara a las próximas elecciones generales.
Hace justo un año, Pedro Sánchez sorprendía al país al publicar una carta en la que dejaba en el aire su continuidad al frente del Gobierno, en medio de una fuerte presión mediática y judicial que afectaba a su entorno más cercano. La incertidumbre duró cinco días, hasta que anunció su decisión de seguir. Desde entonces, el PSOE no ha articulado un plan alternativo para su sucesión, y hoy por hoy, nadie discute que será nuevamente el candidato socialista a La Moncloa.
Fuentes del partido reconocen que «no hay alternativa» real a Sánchez en estos momentos. Su liderazgo se ha reforzado tanto interna como externamente, y ningún otro nombre suena con fuerza para disputarle el puesto. Ni dentro del Gobierno ni en las filas del PSOE se vislumbra una figura que esté siendo preparada como relevo natural.
Durante este año, Sánchez ha intensificado su perfil internacional y ha consolidado su papel como figura clave del socialismo europeo, mientras en el plano interno ha mantenido la estabilidad del Ejecutivo de coalición. A nivel político, ha logrado sortear varias crisis y salir fortalecido de las urnas en citas autonómicas y europeas.
La ausencia de un “plan B” revela tanto la confianza en su figura como la falta de renovación visible en las estructuras de poder del PSOE. De cara al próximo ciclo electoral, los socialistas se preparan para una nueva campaña con Pedro Sánchez al frente, esta vez sin titubeos ni cartas inesperadas.
