Crece la percepción de que pagamos demasiados impuestos. Lo verdaderamente importante de esta frase es el término percepción.
El 40% de los españoles, ocho puntos más que el año pasado, considera que aquí la presión fiscal es más elevada que en otros países del entorno europeo.
Los votantes de derecha y ultraderecha son los que más en contra de esta presión fiscal están, un 75% de voxeros y un 65% de peperos. Son éstos también los que creen que en España pagamos más impuestos que en el resto de Europa.
Tan solo con esta entradilla ya podemos obtener una importante conclusión: la manipulación y la mentira ganan la batalla también en cuanto a fiscalidad se refiere. Y me he centrado en estos grupos ideológicos pues son los que mayores porcentajes de desafección con respecto a la recaudación de impuestos demuestran.
Ya lo decía Göbbels: “una mentira repetida 1000 veces se convierte en una verdad”.
Y es que la realidad refleja que estamos a la cola de Europa en cuanto a presión fiscal. Muy alejados de los posicionamientos que deliberadamente se difunden desde PP y VOX. Pero sus votantes los creen con una fe ciega, casi dogmática en muchos casos. Y esto representa un problema social. Pues es crear una situación de crispación y potencial confrontación intencionadamente. España tiene un grave problema de ingresos que hay que solucionar en un futuro próximo, casi presente. Debemos ser conscientes de que se tendrán que poner en marcha políticas concretas, justas y sensibles, para ampliarlos.
La Unión Europea está compuesta por 27 miembros, y de ellos somos el decimonoveno por ingresos fiscales en función del PIB. Siendo éste uno de los parámetros fundamentales para evaluar la presión fiscal existente.
Recaudamos casi seis puntos menos que la media de la UE, el 35,4% frente al 41,1%. A la cabeza está Francia con un 47,4%, seguida de Dinamarca con un 46,9%.
España, por tanto, no tiene mayor presión fiscal que el resto de economías vecinas, sino que más bien ocurre todo lo contrario.
La clase política debiera ser responsable y preocuparse por el bien común. No crear problemas bajo falsas banderas.
Retomo el comienzo de la reflexión centrándome en el concepto percepción: “Primer conocimiento de una cosa por medio de las impresiones que comunican los sentidos”.
Bajo esta premisa si tiene sentido la opinión de que se pagan más impuestos de los debidos y más que en otras partes pues lo que realmente estamos diciendo es que el sistema no es justo y no contribuyen con más los que más poseen, sino que hacen justamente lo opuesto; y que el fraude fiscal es absolutamente insoportable y que proviene con demasiada frecuencia de “ésos” que debiendo pagar más pagan menos o incluso nada, permitiéndose además hacer trampas. Para muestra un botón, o mejor dicho un Borbón. El que se encuentra huido en los Emiratos Árabes.
La percepción pues, no depende de los sesudos conocimientos sobre economía y fiscalidad sino de la impronta que una situación nos provoca tras ser recogida por nuestros sentidos, es una medida objetiva, aunque pueda parecer lo paradójico, de unas sensaciones arraigadas en la población. La objetividad hay que encontrarla en el contexto que da pie a las repuestas de las personas preguntadas.
Lo desarrollo brevemente a continuación.
Parece juicioso deducir que la encuesta de Opinión Pública y Política Fiscal realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) señala los problemas claves que tenemos como sociedad a través de una visión fiscal:
– Partidos populistas destructivos que propagan mantras falsos con una única finalidad y no es el bien común, y encima son fascistas, franquistas, o derechistas.
– Que los impuestos no se están asumiendo de manera equitativa.
– Que el fraude y la fullería están en exceso presentes en nuestro país, comenzando por las capas más altas y poderosas, incluso aquellas que debiendo ser ejemplares lo están siendo, pero en sentido negativo. Como visualización de lo que no se debe hacer.
– Y por último lo positivo y motivo de orgullo: prácticamente tres de cada cuatro encuestados opinan que los impuestos son el medio para que el Estado financie los servicios públicos y redistribuya la riqueza. Es decir, construya comunidad desde la búsqueda de la justicia social.
Percepción de injusticia, realidad de falta de equidad y manipuladores señalando con el dedo a la luna.
Con respecto al antiguo proverbio oriental: “Cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo” ya nos demostraron tanto Jodorowsky como el budismo zen que el dedo y la luna pertenecen a dos mundos diferentes, a dos realidades distintas. Y en la política española lo que nos indica este proverbio es que ni miremos la luna ni observemos el dedo y que nos centremos en la finalidad de quién con la luna, el dedo y el discurso pretende embaucarnos.
Ya lo escribió Maquiavelo en “El Príncipe”: “… aquel que en un principado no descubre los males sino una vez nacidos, no es verdaderamente sabio …” Utilizar la mentira para conseguir ventaja política define a quién la usa y sus intenciones.