El Instituto de la Mujer organizó un nuevo debate en el que expertas explicaron la importancia de las propuestas feministas en esta pandemia global, con consecuencias sociales y económicas profundas
Introducir la perspectiva de género en el análisis de la realidad de la covid-19 fue el objetivo del debate promovido el pasado jueves por el Instituto de la Mujer, en el que participaron María Solanas y Libertad González. Y es que los datos y tendencias evidencian la necesidad de abordar las políticas públicas teniendo en cuenta que la pandemia y la post pandemia tienen rasgos desiguales para hombres y mujeres y que el feminismo cuenta con postulados teóricos y propuestas concretas oportunas para abordar una salida a la crisis social y económica que atraviesa el mundo.
Porque “la crisis puede servir para postergar la agenda feminista”, según María Solanas, directora de Programas del Real Instituto Elcano y, a la vez, “puede ser una oportunidad para avanzar en igualdad”, defiende Libertad González, profesora de Economía en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Inercias y posibilidades se entrecruzan en el contexto actual y la inclinación de la balanza en una dirección que beneficie al conjunto de la sociedad requiere de energía y empeño por parte de las feministas.
El análisis realizado por parte del Real Instituto Elcano advierte que “en un contexto global de erosión de derechos de las mujeres, esta crisis, también global, puede ser traducida como retroceso en las políticas de igualdad en determinados países”. “No se está haciendo una lectura de género de la crisis de la covid-19 a pesar de la evidencia de los datos”, advierte Solanas, “muchos de los cuales permanecen invisibles”. Esto puede provocar un “debilitamiento” de la agenda feminista, aunque también la situación que vivimos tiene un carácter de oportunidad, “sería la primera vez que los postulados feministas se usarán para dar salida a una crisis global”.
Desde el punto de vista laboral, pareciera que esta crisis, a diferencia de la crisis del 2008, puede traducirse en una mayor pérdida de empleo para las mujeres. Si bien en el 2008 los sectores más afectados fueron la industria y la construcción, dos sectores en los que trabajan fundamentalmente hombres, en esta ocasión va a ser el sector servicios el más afectado, que es un sector fuertemente feminizado. La OIT estima que, a raíz de esta pandemia, se pueden perder 25 millones de puestos de trabajo en Europa. En España, un país con poco tejido industrial, un país de servicios, las más perjudicadas serán ellas. Además, uno de los sectores más vulnerables será el del trabajo informal, ampliamente feminizado y ocupado en gran parte por migrantes. Ese es el análisis que hace Libertad González de la crisis del coronavirus, a corto plazo, donde destaca también que el confinamiento aumenta la carga del trabajo doméstico y del hogar, normalmente realizado por las mujeres.
Sin embargo, a largo plazo, según la experta, “aparecen algunas posibilidades”. En primer lugar, esta crisis está ayudando a potenciar el teletrabajo y la flexibilidad de horarios. Si esto se traduce en que las empresas lo valoren, puede ser una cuestión que beneficie a las mujeres, que suelen tener más demanda de flexibilidad en el terreno laboral que los hombres. En segundo lugar, en algunas familias se está viendo que los hombres se están ocupando de tareas en el hogar y de la educación de los hijos e hijas. “Ojalá esto ayude a promover un cambio cultural”.
María Solanas no es tan optimista. Recuerda que las mujeres aplicamos dos horas y cuarto más al día que los hombres en tareas de cuidados. Para cambiar esto “necesitamos medidas específicas”. Sin embargo, aunque en todas las pandemias el papel de los cuidados ocupa un valor central, que se haya dado en Europa es una oportunidad si se toman las medidas adecuadas y si los hombres se sienten en interpelados también porque se vea que los cuidados forman parte de la solución a la crisis. Pero insiste, “de modo natural no se va a dar”.
¿Qué tendrá que ver género y feminismo con esta pandemia?, nos preguntan
Estamos ante una situación completamente nueva que ha revelado como ciertas muchas de las contribuciones políticas y teóricas del feminismo. El feminismo lleva siglos analizando y politizando la desigualdad de género y construyendo un cuerpo político y teórico que ahora se revela imprescindible. La revolución de las tareas de cuidados es una asignatura pendiente. No se le ha prestado la atención necesaria. En esta crisis, se está poniendo en el centro. Sin embargo, algo tan obvio encuentra resistencias. ¿Qué tendrá que ver género y feminismo con esta pandemia?, nos preguntan.
Los datos son “abrumadores”. En cuanto a la pura exposición al virus, el 68% en España y el 70% a nivel global del sector sanitario está formado por mujeres (médicas, enfermeras, psicólogas, etcétera) y más del 90% de las cuidadoras a domicilio y en residencias son mujeres. Son mujeres la mayoría de las personas que ocupan la primera línea en esta emergencia, son también las peor pagadas y las que trabajan con menos seguridad.
“La igualdad de género es un objetivo político de primera magnitud”, que ha sido reivindicado por las instituciones europeas y por la ONU, apunta María Solanas. “Nosotras no somos un sector de la población, no somos un grupo, somos la mitad de la sociedad, en algunos lugares incluso un poco más y las políticas públicas tienen que incluir a toda la sociedad, por eso es importante que incorporen la perspectiva de género”.
Libertad González, junto a Lídia Farré, durante el mes de abril, han distribuido una encuesta dirigida a las familias en España, con el objetivo de conocer la situación de los hogares durante este periodo de confinamiento. En particular, les interesaba saber cómo se están adaptando estas personas, en términos de su actividad laboral y de las tareas domésticas, incluyendo el cuidado de los hijos y las hijas, con particular atención a desigualdades de género. En el debate del Instituto de la Mujer González ofreció algunos de los resultados (pueden consultarse en el blog nadaesgratis).
“Centramos nuestro análisis en hogares formados por parejas de distinto sexo con hijos”. En principio, con los primeros resultados se observa que las pérdidas de empleo, bien por ERTES o por finalización de contratos temporales durante la crisis, “afecta más o menos igual a hombres y a mujeres”. Sin embargo, “el reparto de tareas domésticas y cuidados muestra mucha desigualdad”, es decir, con la crisis “se refuerza la desigualdad existente”. Durante el confinamiento el cambio más destacado es que ahora el hombre pasa a ser el principal responsable de la compra (en el 38% de los hogares encuestados). Así pues, mientras que el cierre de los centros educativos y las dificultades para externalizar los servicios domésticos han representado un incremento (sin precedentes) de las responsabilidades familiares, éstas siguen repartiéndose de manera desigual entre hombres y mujeres. Esto sugiere que las mujeres tendrán más dificultades para conciliar el nuevo escenario laboral y familiar.
El confinamiento invisibiliza la violencia de género y refuerza la sobrecarga de los cuidados en las mujeres
Efectivamente la división social del trabajo es un tema fundamental, todavía. Desde ese punto de vista, el teletrabajo puede suponer un “nuevo confinamiento”, en palabras de Beatriz Gimeno. La directora del Instituto de la Mujer recuerda que el confinamiento invisibiliza la violencia de género y refuerza la sobrecarga de los cuidados en las mujeres.
“Todavía la conciliación se atribuye a las mujeres”, explica María Solanas, “sería más adecuado enfatizar en el concepto de corresponsabilidad”. Las mujeres, desde el punto de vista laboral, “ocupan un porcentaje mayor de contratos a tiempo parcial, están peor remuneradas, quedan con pensiones más bajas y, en definitiva, sufren segregación y un 23% de brecha salarial, y gran parte de estas discriminaciones tienen que ver con el objetivo de hacerse cargo de los cuidados”. Efectivamente con el confinamiento “esa dinámica social puede agravarse”. “Si la sociedad va hacia el camino de eliminar los traslados, este camino tiene que ser compartido”. Si quienes se quedan en el hogar son las mujeres, esto puede ser un retroceso y puede agravar las desigualdades existentes.
Teletrabajo: arma de doble filo
Así, pareciera que el teletrabajo es un “arma de doble filo”, como lo define la especialista en políticas públicas y familia. Libertad insiste en valorar el que la crisis provocada por el coronavirus esté ayudando a visibilizar “lo complicado que es compaginar el trabajo y los cuidados de los hijos y de la casa”. Pero efectivamente “hay brechas de género laborales que penalizan a las mujeres por la crianza de los hijos y que no deben dejarse de lado a la hora de pensar formas de organización”.
En ese sentido las expertas apuestan por seguir ampliando los permisos de paternidad en dirección a conseguir que sean iguales a los de maternidad. “Creo que los permisos iguales e intransferibles entre hombres y mujeres son esenciales para cambiar la cultura de las empresas”, apunta María Solanas. Este modelo tendría que contemplarse también en los permisos que se están dando por la COVID–19.
Debemos por tanto estar atentas para desarrollar análisis y políticas que tengan en cuenta que trabajar en casa puede significar un aumento de la desigualdad y no lo contrario. En el lado de las oportunidades podría ocurrir también que, a largo plazo, sobre todo si nos preparamos para futuras pandemias, los servicios públicos de cuidado y sanitarios requieran de inversiones que sirvan no sólo para contratar a muchas mujeres en condiciones dignas, sino también para revalorizar esos trabajos feminizados.
«Es vital que, en este momento, con la crisis de la covid-19, los países más comprometidos con la agenda feminista como España, Suecia o Finlandia mantengan ese compromiso, porque será realmente vital para salir mejor de la crisis», concluye María Solanas.