La titular de los Reyes, de ese edificio un tanto frío por fuera, coqueto por dentro, admira admirada, su obra de paso sin tránsito.
El amo de la posada de África, a la que han convertido en un cuadro gris de hormigón, y cuya circulación de coches junto al hotel La Muralla, es más propia para carruajes a caballo del medievo, descubrió el agua, sin necesidad de irse hasta ese fresco manantial de Beliones, a escasos metros donde se encuentra el límite territorial español. Manda narices que los que delimitaron en su día, dejarán fuera esa fuente de abastecimiento, a tiro de piedra.
Es decir, dejaron a Ceuta sin agua propia. Menos robar, saquear, expoliar, el resto de cosas, las hacemos tirando a mal. Made in Spain.
Se ha quedado, pues, ese tramo del hotel, convertido en un paso estrecho, angosto, entre pilares y cadenas de mazmorras.
A poco que apartes la mirada fija al frente, rozas con el coche. Aunque, de seguir eliminando plazas de aparcamientos, como se tiene gratis las del ayuntamiento, iremos subidos a lomos de unos bonitos caballos. Con permiso del jinete cordobés, apreciado.
¡Tanto cemento a granel¡
Todo, por supuesto, en el ombligo de la ciudad. Ni la milla de oro.
Parches a las barriadas, cuando muchas están para tirarlas abajo, de despropósitos urbanísticos y caos.
No comparto con alumbrar éste año, pero, de nuevo, es el centro donde luce a todas bombillas.
No estoy de acuerdo, con celebrar éste año la Navidad como si no pasara nada. El calendario de actividades, en blanco debería de aparecer.
El binomio no es economía y salud. Es salud. Si vamos a un ciclo eterno de olas, el maldito virus se cobrará más vidas, por muchas vacunas que se anuncien. Hace falta cortar por lo sano.
La titular de los Reyes, siempre tan seria, con rostro camino de enfadada, contempla la frontera que la han cerrado, como para hacerle el feo. Como para que tenga que estar preocupada por la oxidación que, con el mar tan cercano, no perdona.
Se puede decir que le han dado con las reformas en la cara. Fue la primera, o de las primeras, aduanas que cerró, cuando todavía la evolución del maldito virus, estaba en su inicio. Es como si el portero del vecino estuviera pendiente, llave en mano. Que eso de poner cadenas y candados, y cerrar los accesos, es un oficio que gusta cantidad.
Y es que, después de toda la vida con una auténtica infraestructura lamentable, aparece en medio del desierto, una obra que es mucho más que esa tonta vela que pusieron en medio de la aduana que, de dar sombra, más bien poca. Si su función es esa, que no lo sé. Lo mismo su colocación tiene otro fin.
Una obra sobre la que entraré en algunos detalles en una próxima ocasión de comentarios. Sin olvidar esa brillante actuación de crear la explanada de embolsamiento, que resolvió la congestión, el colapso total, aunque se crearon otros problemas: ruidos insoportables de las pitadas de lo vehículos protestando junto al hospital, molestias vecindario.
Pero de ahí, a sentenciar que la entrada a Ceuta ya ha dejado de ser tercermundista, es un eufemismo.
¡Qué cosa más fea todo ese recorrido desde la frontera hasta el Caballa!
Una entrada o salida cutre, sin más. Falta todavía tanta inversión estatal, a golpes de hechos y no de palabras.
A escasos kilómetros, el país vecino ha construido, en un corto espacio de tiempo, el mayor puerto de África. Un verdadero monstruo.
El de Ceuta, un puerto tercermundista, a distancia infinita, del de Algeciras. Cuando antes era Ceuta la que parecía más importante, sin aquella peste del rio algecireño.
Es la voluntad política de favorecer una determinada zona, o fomentar el aburrimiento, la preparación de la entrega por Amazon, con la dificultad añadida de que, según creo, no presta servicio en la localidad.