Ni en el peor de los casos, me hubiese imaginado, que existieran tantos personajes que harían uso de su cargo o de lo que fuese para vacunarse de la covid-19 a cualquier precio.
Cada día nos enteramos por los medios de comunicación de más individuos que aprovechándose de su cargo han terminado vacunados de la covid-19. Unos dimiten, a otros los cesan, y otros se quedan, hay de todo.
Muchos de estos individuos son los mismo que al principio de la pandemia salían dando ruedas de prensa en los medios de comunicación diciendo que «la mejor mascarilla era la distancia entre personas».
Algunos de ellos son los mismos que luego han terminado haciendo decretos obligándonos a llevar la mascarilla estando al aire libre, aunque la persona más cercana a nosotros este a 20 metros.
También son los mismo que nos toman por tonto un día sí y otro también. Menudos adelantados están hechos estos valientes que al final han corrido a ponerse la vacuna, aunque supuestamente no les corresponda.
Ahora, cada uno, pone su escusa, pero la vacuna ya la tienen puesta mientras hay celadores y otros profesionales que trabajan en hospitales que todavía no se la han puesto. Tampoco se la han puesto pacientes oncológicos, personas de avanzada edad, etc.
Todo este chanchullo de las vacunas donde debería de acabar es en los juzgados, ahí es donde deberían de decir los jueces, asesorados por los técnicos correspondientes, si las vacunas que se han puestos algunos políticos y altos cargos les correspondía o ha sido por su «cara bonita». Y en el caso de ser por su «cara bonita», es decir no haya justificación ninguna para que los hayan vacunado, que recaiga todo el peso de la Ley sobre ellos, pues lo que han hecho no tiene nombre. Y de camino, también, que rindan cuentas todas las personas que han tenido responsabilidad en esas vacunaciones.