Acabo de tenerla con mi vieja pluma. Me falla más que una escopeta. Y lo de matar mosquitos a cañonazos, para el Hacho, a las 12 horas.
En Ceuta habrá muchos cuidadores.
Uno, universal, con sus lobos, el doctor Félix Rodríguez de la Fuente, al que sólo conocí, de lejos, cuando pasaba delante del edificio de la primera facultad de Periodismo de la Complutense, antes de trasladarnos a la nueva, que sufrió retrasos por motivos de construcción.
Mi vieja, mi querida pluma vieja, se pone a desarrollar comentarios, enumera detalles, y ya, a su edad, comete lapsus como si tal cosa.
Por mi parte, le facilito la labor. En el fondo, donde me encuentro, la conozco sin entrar en cosas superficiales. Facilitar el trabajo es poner a su entera disposición un montón de tinteros especificando en cada uno de ellos, poner nombres, como hacía Gabriel García Márquez, en su novela “Cien años de soledad”.
Según mi estado de ánimo, según el tema a desarrollar. Que es un tema triste, tinta de la mujer muerta de aburrimiento; que es un tema delicado, tinta negra de humos negros; que es un tema sobre el futuro, también de color negro; que es del ayuntamiento, color de seriedad; que es de la Delegación, flota flamante de vehículos, sin ser de ocasión. Que versa sobre el puerto, tinta del Titanic.
La relación es la que es. No deseo volver a incurrir en olvidos imperdonables.
Trabajador de 24 horas. Siempre al pie del curro. Era un Todoterreno laboral. Con un don de gente, natural. Servicial, simpático.
Mi pluma, mi querida vieja pluma, se pone a desarrollar comentarios en los que pasa paseando por García Aldave, y sus buitres.
Tuve ocasión de cenar muchas noches en el Mirador. Ya me conocía lo que iba a pasar a los postres, antes de ser invitado por la casa a una copa. El dueño te invitaba, con amabilidad impecable, a una visita panorámica del increíble lugar.
Era de noche siempre. Sería por la luz de la luna. Religiosamente pagaba sin rechistar, sin decir ni pío para la ocasión. Es más, ni un fallo en el servicio, comida riquísima, y buitres fantasmas que a mí me parecían de verdad, de las que no veas.
Cuando observo un buitre por García Aldave, pienso si será San Javito, que está al pasar la factura.