La inclusión en las políticas presupuestarias del término de «violencia intrafamiliar» o la supresión del concepto «Transversalidad de género» son algunas de las concesiones que ha arrancado Vox para levantar su enmienda a los presupuestos andaluces.
Alejandro Hernández, portavoz parlamentario de Vox en Andalucía, anduvo jugando al despiste durante su primera intervención haciendo reflexiones sobre el fin de los grupos parlamentarios y explicando porqué se posicionaron en contra de los presupuestos del consejero de Hacienda de la Junta de Andalucía, Juan Bravo. Sin embargo, El País señala que PP, Ciudadanos y Vox ya habían llegado un acuerdo antes del debate parlamentario.
Igualmente, el portavoz de Vox esperó hasta su última intervención para anunciar que levantaba la enmienda y, justo después, Hernández enumeró algunos de los 34 puntos del acuerdo al que habían llegado PP, Ciudadanos y Vox y que justificaban el cambio de decisión de su partido. Eliminar la nomenclatura de «Transversalidad de género» para sustituirla por el concepto de «Igualdad» en las políticas presupuestarias, incluir un convenio para combatir la «inmigración irregular», crear un teléfono de atención a las víctimas de «Violencia Intrafamiliar«, o presupuestar un servicio de atención a mujeres embarazadas con dificultades como muestra del compromiso de Vox con la «vida», según señaló el propio Hernández. Además, el portavoz de Vox aseguró tener la promesa del PP de incluir formalmente el concepto de violencia intrafamiliar en los presupuestos de 2020.
Violencia de género Vs Violencia intrafamiliar de Vox
Con estas pequeñas victorias, Vox consigue añadir unos tintes ideológicos a los presupuestos que no pueden ni deben ser pasados por alto. La formación política se ha mostrado por activa y por pasiva totalmente en contra de la Ley Integral de Violencia de Género y nunca ha ocultado que apuesta por igualar legislativamente todos los casos de violencia que se dan en el seno familiar o en el contexto de una relación personal.
En su pretensión de sustituir el concepto de «Violencia de Género» por «Violencia Intrafamiliar» subyace la negación de la existencia de una violencia que es fruto única y exclusivamente del machismo. Se plasma la idea de que no existe un problema estructural de violencia machista sino una aglomeración de episodios que se pueden englobar en los posicionamientos que explican los condicionantes que pueden hacer surgir la violencia dentro del ámbito doméstico o por cuestiones de parentesco o lazos familiares.
Más de 1.000 mujeres asesinadas por hombres
España ya supera oficialmente los 1.000 asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o ex-parejas desde que comenzaron a registrarse los datos en 2003. Una media de 62,5 asesinatos por año. Entre 2008 y 2017, 67 hombres fueron asesinados por su pareja, aunque en algunos casos se trataba también de hombres. Durante el mismo periodo, se registraron 502 mujeres asesinadas. Un 8% frente a un aplastante 92%.
Esta es la razón -y es una razón matemática, no política- por la que existe una Ley Integral de Violencia de Género que pretende proteger legalmente a las mujeres. El debate no es si esta es necesaria, sino cómo se puede conseguir que sea realmente efectiva y cumpla con su cometido. No se puede negar que no lo está consiguiendo, las cifras hablan para todos, no solo para Vox.
Precisamente, que la eficiencia de una ley sea cuestionable a la hora de alcanzar sus objetivos es lo que permite sembrar dudas sobre la idoneidad de la misma. Si se hubiese mermado sustancialmente el número de casos de violencia de género, no habría debate posible. Sin embargo, que el propósito no se consiga no implica que la causa no sea necesaria. Quizá indica todo lo contrario. La creación de la leyes que pretenden erradicar la violencia de género supusieron un primer paso histórico en España, pero no son más que eso, un primer paso en un camino al que le quedan muchas etapas por cumplir.
Proteger a la mujer no es atacar al hombre
En su intento por hacer valer su postura Vox pretende reflejar que legislar para combatir la violencia machista es legislar contra el hombre; que tratar de proteger a esa media de 62,5 mujeres asesinadas cada año ataca a los derechos y las libertades del hombre.
Esta es una sensación que una parte de la sociedad opta por asumir para negar la mayor: no hay un problema estructural de violencia machista aunque podamos asegurar, casi sin lugar a dudas, que en 2020 contaremos medio centenar -o más- de mujeres asesinadas por hombres con los que tenían o tuvieron una relación sentimental.
¿Por qué es el hombre el que ejerce la violencia machista?
Que las víctimas potenciales de la violencia machista sean mujeres induce a un error de planteamiento: la violencia machista es algo intrínseco en el hombre. Se hace difícil desde este plano aceptar la existencia de la violencia machista porque implicaría aceptar que el hombre, por el mero hecho de serlo, está predispuesto a ejercer un tipo de violencia específico. Obviamente esto es falso.
Que sea el hombre el autor y no la víctima en la mayoría de los casos de violencia machista responde a la predominancia de las relaciones heteronormativas entre hombres y mujeres y a los cánones machistas en los que se asienta el concepto de relación sentimental tradicional. El hombre suele ser el potencial maltratador porque está educado para ello, no porque haya nacido predispuesto a serlo. La mujer no suele serlo porque está educada para asumir el rol de víctima, no porque haya nacido predispuesta a serlo.
La violencia intrafamiliar que propone Vox niega el machismo
La clave para avanzar en la lucha contra la violencia machista pasa por asumir que el machismo inunda todos los niveles de nuestra sociedad, desde los escalafones más bajos y mundanos hasta lo más altos y elitistas. La polémica la suscita, sobre todo, cómo afrontamos como sociedad que las mujeres sean asesinadas sistemáticamente por hombres. Sin embargo, los feminicidios representan tan solo la cara más visible de un problema que tiene una base mucho más extensa y que está muy bien cimentada.
El machismo existe y condiciona la forma en la que se articulan las relaciones sociales, a todos los niveles, entre hombres y mujeres. Lograr una igualdad plena no se consigue tratando de invisibilizar aquello que genera la desigualdad que se pretende combatir. Esconder la basura bajo la alfombra nunca podrá ser sinónimo de limpiar. La leyes de violencia de género no han conseguido solucionar el problema, pero erradicarlas o cambiar su razón de ser sí conseguirán agravarlo.