Casos en los que el hilo entre la vida y la muerte se hace más fino y corto que nunca. Atropellos con fracturas, animales en pésimas condiciones por enfermedad, accidentados, maltratados por humanos de malos sentimientos u obviados y desamparados desde las instituciones.
Han sido varias las veces en la que los ciudadanos han acudido al 112 para alertar de este tipo de casos y se les ha dado respuesta, sí, pero no la esperada por la persona que llama; contestaciones como “No existe servicio de recogida de animales vivos”, o “ese caso no se puede considerar una emergencia” -una vez que las llamadas se han repetido una y otra vez hasta obtener respuesta- han restado ánimo a los voluntarios y a los propios viandantes que se ven involucrados en estas circunstancias de las que son espectadores forzados en una representación que, créannos, no es del gusto de nadie.
Y estas letras llegan hasta los medios de comunicación porque tanto Comunidad Gatuna como Protectora estamos agotados de no poder contar con un servicio de recogida de animales vivos adecuado para hacer frente a las auténticas emergencias que ocurren en la calle y merman no sólo la economía de las asociaciones y voluntarios, que aportan a través de recaudaciones y donaciones los fondos necesarios para hacer una primera estabilización de urgencia a la que posteriormente llegará una intervención de mayor rango, de la que ya saben que no se hará cargo este servicio, pero al menos sí la estabilización del ser vivo que es objeto de su contrato.
¿Cómo se llega a esa conclusión o decisión de atender o no a este o aquel animal? Eso es lo que nos preguntamos. ¿Cuál es el criterio que fundamenta que casos como el que hoy presentamos y que se ha convertido en el “uno y no más”, no sean calificados de emergencia? el animal -un gato en este caso-, debido a sus pésimas condiciones, había desarrollado una encefalitis provocada por una miasis de larvas de gusanos que anidaban en la cavidad de su ojo derecho, probablemente causada, a una lesión de origen traumatológico.
De esta manera fue como el penoso felino llegó en muy malas condiciones a la clínica veterinaria Canibel- que en esos momentos prestaba servicio de guardia para urgencias- con falta de coordinación, fiebre alta, deshidratación y riesgo evidente por su vida, mostrando una carga parasitaria importante con una infestación de gravedad.
Con dolor, desnutrición, además de la infección y las larvas, que le habían provocado una encefalitis que, por el momento, hace que su pronóstico continúe siendo reservado. A esto añadimos el alto grado de deshidratación que presentaba -cercano al 10%-, así como una fiebre que superaba los 40 grados.
Aunque en clínica parece apuntar cierta mejoría, su estado de letargo aún es alto y por los tanto, comporta riesgo.
Por eso, nuestras preguntas no pueden ser otras que las siguientes ¿Qué criterio ha sido el que se ha seguido para afirmar con tanta seguridad que este caso, ocurrido la noche del pasado viernes 19 de junio, no fuera considerado como emergencia vital? ¿Es que, además, al gato le tendría que haber pasado un coche por encima para poder ser atendido por este servicio de recogida de animales vivos?.
No queremos finalizar este escrito sin agradecer su esfuerzo y tiempo a los que no miraron a otro lado, tanto a la persona que, a pesar de todo, lo llevó a urgencias, como a todos los que, una vez han tenido conocimiento del caso, se han preocupado por su evolución; tampoco podemos dejar de mencionar a la Clínica Veterinaria Canibel y a Paco, su veterinario, que se ha desvivido por su atención desde que ingresó en clínica.
Lamentamos mucho las imágenes que ilustran el texto, pero no vemos manera mejor de que el lector se haga una idea del estado que el gato presentaba y de la impotencia que nos acompaña. Gracias por su comprensión.
Las imágenes pueden herir la sensibilidad del lector
¡Gracias por ayudarlo! <3 <3