Laura Nuño, autora de Maternidades S.A., clarifica algunas claves del debate más actual sobre la gestación subrogada en colaboración con Violencia Cero. La segunda sesión de la Jornada Virtual ‘Maternidades S.A.’ celebrada, el miércoles 21, por la Plataforma Violencia Cero recibe el título de “Qué hay de cierto en los argumentos a favor de la legalización de los vientres de alquiler”. En ella, Laura Nuño desmonta algunos de los puntos más controvertidos de los vientres de alquiler
Laura, politóloga y profesora en Derecho y Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos, expone que los partidarios de la gestación subrogada esgrimen normalmente cuatro argumentos que creen irrefutables. En primer lugar, esta práctica se defiende como “una técnica reproductiva más, cuya prohibición impide un derecho a la maternidad o la paternidad”. En segundo lugar, su prohibición estigmatizaría y discriminaría a reducidos colectivos estructuralmente afectados como parejas con incapacidades reproductivas, diferentes modelos familiares, a las mismas mujeres que lo llevan a cabo o, incluso, a los propios niños y niñas. En tercer lugar estaría el mantra común del “libre consentimiento de las partes” como libertad contractual. Y finalmente, se utilizaría como defensa la teoría del “mal menor”, sosteniendo que una regulación institucional acabaría con los abusos y acciones fraudulentas.
Para rebatir el primer argumento, Laura defiende que un proceso biológico como es este no se puede considerar una “técnica” como tal. De hacerlo así, las mujeres embarazadas se cosificarían como medios de producción vulnerando la máxima moral de que “una persona no puede ser considerada un medio”. En otro sentido, la escritora expone que “la paternidad no es considerada un derecho” ya que de serlo supondría un problema para la libertad de interrupción del embarazo que posee la mujer. Por esto, si definimos estas acciones como una técnica reproductiva más, aludiríamos a derechos y libertades que ya consideramos en cierta medida conquistadas.
Desde un punto jurídico, la prohibición de la subrogación no supondría la discriminación ni la estigmatización a ningún colectivo puesto que dicha práctica no se ilegalizaría solo para unos pocos, sino que es un contrato nulo e inexistente para todo modelo de familia. Además, no es la única forma de ser madre o padre. Existe la adopción, donde sí se protege el derecho del menor. Respecto al argumento de discriminación a las mujeres y privación de su libertad –utilizado de la misma manera en el debate de la prostitución-, “se sabe que las relaciones establecidas no son recíprocas y que, cuando opera, hay poder”, defiende Laura. Por eso, limitar la explotación sexual de mujeres y niños supone un avance para los Derechos Humanos.
El mantra de la libre elección de las partes, también dado en otros debates como prostitución o violencia de género, realmente despolitiza e individualiza la explotación sexual. Primeramente, para ser libre debe ser un contrato entre iguales y en estos casos, en el momento del embarazo la mujer pierde toda capacidad de decisión. Aquí entre el otro pilar de este mantra: “ser informadas”. Las mujeres son informadas en cuanto a lo que el contrato supone, pero no son conscientes del proceso que supone gestar un niño, romper el vínculo con el mismo o las consecuencias y aplicaciones de la maternidad. Podemos ver entonces como este argumento responsabiliza a la propia víctima de su elección.
Finalmente, la teoría del mal menor es positiva en cuanto a que supondría el fin de los abusos mediante una regulación institucional. Sin embargo, el contrato nulo supondría igualmente una legislación y el fin de los abusos. Así, la activista defiende que “la idea siempre ha sido luchar contra la explotación, no establecer sistemas más benignos de explotación”.
«Relato pro-vientre»
Laura afirma que el discurso pro-vientres intenta ser aceptado por una opinión pública reticente. Con esta finalidad se ha construido un relato en el que “los deseos se convierten en derechos, los procesos biológicos en técnicas, la lotería genética en selección genética, las mujeres en medios, los bebés en mercancías, las clases sociales en clases genéticas, el feminismo en machismo y la defensa de DD.HH. en paternalismo, todo enmarcado en una estética sentimental y emocional”. Además, se maquillan estas acciones como altruistas cuando es evidente que se sustenta en intereses y necesidades.
1. Dice el artículo que las mujeres gestantes «no son conscientes del proceso que supone gestar un niño, romper el vínculo con el mismo o las consecuencias y aplicaciones de la maternidad». Nada más lejos de la realidad. Todas las gestantes son madres antes de iniciar cualquier proceso de subrogación, casi siempre teniendo más de un hijo.
2. La OMS define la gestación subrogada como una Técnica de Reproducción Asistida. La gestación es un proceso biológico, y la gestación subrogada es una TRA. Igual, que la producción de óvulos es un proceso biológico, y la Fecundación in vitro es una TRA. No se si la confusión de la politóloga es intencionada o no, y no sé qué es peor.
3. Decir que la gestante durante el embarazo «pierde toda capacidad de decisión» vuelve a demostrar una ignorancia enorme sobre la gestación subrogada. Sentenciar y opinar sobre temas que no conozco son actividades en las que personalmente no me siento tan cómodo como esta politóloga o el autor del artículo que promociona sus palabras.
4. Decir que los «bebés son mercancías» suele ser la afirmación común de los anti-gestación subrogada que o por defender su posición interesada, o por ignorancia, o por pensamiento medieval, confunden propiedad con filiación.
5. En las adopciones no siempre se ha respetado el derecho del menor, como es de sobra conocido. De hecho, hasta las ONU tiene un foco en este tema (https://www.ohchr.org/EN/Issues/Children/Pages/ChildrenIndex.aspx) Y no por ello tiene sentido pedir la abolición de la adopción, ¿no?
En resumen y como viene siendo norma, muchas falacias para atacar algo que no coincide con su forma de pensar.