A pesar de la movilización sostenida impulsada por la Plataforma en Defensa de la Educación Especial, el Ministerio se ha mantenido firme en su cerrazón. “Los recursos destinados por el MEFP a la educación Especial son suficientes”. Esta frase prepotente y no exenta de una cierta soberbia resume la posición de la administración. Sin embargo, los hechos son tan tozudos como incontestables. La “confusión” que ocasiona la utilización (irregular) de los Planes de Empleo para “remendar” el tremendo descosido que presenta el MEFP en este ámbito de su exclusiva competencia, permite mantener un discurso absolutamente falaz que se torna verdadero cuando “llegan los efectivos del Plan de Empleo” (a modo de un peculiar “séptimo de caballería”) y completamente falso cuando la plantilla vuelve a su dotación estructural.
Comienza el Curso Escolar la semana que viene. El panorama es desolador. Daremos algunos datos tan concluyentes que no necesitan más valoraciones.
El Curso pasado terminó con una plantilla de Oficiales de Actividades Específicas de 67 personas (26 de la RPT del MEFP y 41 de los Planes de empleo). Este curso comenzará con sólo 30 (en el hipotético caso, que no se dará, de que están cubiertas a tiempo todas las bajas).
La plantilla de personal para “atender al alumnado que mostrase serias dificultades de integración en la dinámica general de un centro ordinario, pero no tantas como para escolarizarse en el centro de Educación Especial de San Antonio” (el texto es literal de la propia Dirección Provincial), era de 66 personas. Este curso comenzará sin este personal.
Ahora, ¿Quién responde de este desaguisado? ¿Quién se va a hacer cargo de las funciones que desempeñaban hasta el mes de junio 107 trabajadores? ¿Es esta la aplicación del principio de equidad educativa que predica el Gobierno? ¿Qué fue del principio de inclusión? La Educación Especial necesita en nuestra Ciudad un mayor compromiso por parte de la administración. Proporcionar a todos los alumnos y alumnas una educación digna es un derecho que nadie se puede permitir el lujo de arrebatar. Y desde luego, esa modalidad de intermitencia inventada en Ceuta (“ahora sí, ahora no”) no es una educación digna.