Con la mirada puesta en la cercanía de los acontecimientos pasados, no hace mucho.
El gobierno de la nación, y el presidente de la oposición, que no existe, dejan caer el manido tema Gibraltar.
El vecino, aprovecha la ocasión, cada uno, a lo suyo: Yo, reivindico Gibraltar. Tú, reclama Ceuta.
Y los ceutíes, desde fuera, con morriñas y sentimentalismos. Todo queda para los bonitos recuerdos de las fotos en blanco y negro, en colores. Todo es rememorar.
El presidente de la ciudad pide un respeto, y queda agotado, normal. Si no fue así, poco faltó.
La delegada del gobierno, muestra nuevo coche, de clase, de glamour, de lujo.
Ha gestionado para lucir nueva flota de carrocerías, para mayor gloria de la pompa, del folclore, de la oficialidad.
La Plaza de los Reyes, exhibirá modelos de vehículos súper molones, para quien desee contemplar la grandeza de los representantes del nombre de la perla, que alguien, vaya usted a saber, se debió de llevar algún día, de forma distraída, como la otra.
Casi 3 millones de euros, en dos años, para un concepto de comidas.
Se puede jugar, no se puede. Se vende Ceuta, o no se vende. Ya se vendió.
Adjudicada, en la subasta del devenir del aburrimiento, para la gente decente, que también la hay, y mucha.
Agentes que buscan, desesperadamente, atender las citas en la seguridad social.
Espías que no encuentran ni la pista de las mascarillas.
Todo se fue, a la pérdida total, por recibir dineros, para que unos cuantos se llenaran sus bolsillos, a costa de la descomposición de un territorio del que, si das un salto, te sales.
En Ceuta, un pueblito de ombligo, comunidad de bolsillo descosido, la seguridad, se hizo completa inseguridad.
Otra menor es víctima. Robos con violencia. Incendios que calientan las noches.
En Ceuta, todas las noches son de San Juan, de celebraciones de delincuentes. Sin ser noches de brujas.
Maletas en promoción.
Artículo que más se vende. Ya está todo vendido. No queda más pescado. Hasta los típicos voladores, vuelan de la Almadraba, a toda sal.
Habrá que pensar muy seriamente en ir haciendo el equipaje para marchar.
Pueblo sin conciencia.
Esa niña, la última, no se merece la falta de decencia de los mayores.
Ni la última, ni la primera.
Ni ningún nacido o nacida. Fuera de la ciudad, o dentro de ella.
No hace falta que venga ahora, Ignacio Cembrero, a escribir, en El Confidencial, una brillante crónica, de lo denunciado en el desierto, allá por el año 1977. Durante 5 años, 5 días, y 5 noches. Como suena a eco de Joaquín Sabina.
Con todo, respeto hacia el buen profesional.
A Cembrero, quiero precisar. Que, si quiere venir, como ya lo ha hecho, bienvenido, siempre.
Deberemos recibirle con las maletas hechas. Ya que no es posible con los brazos abiertos.
Sentimientos con los familiares de la niña.
Con todas las víctimas que han sufrido en Ceuta, las consecuencias de las debilidades e intereses.
Son los daños colaterales de las ofertas.
Porque, para su desgracia, Ceuta, es como una vaca en bote de lata, 4 de leche condensada, que sirvió, sirve y servirá, mientras haya chupeteo rico.
Por cierto, aparece nuevo problema, mientras otros dan la vuelta al Hacho.
Juego de maletas de ocasión para viaje de reagrupación al éxodo. Tengo que comprar.
Pero, ¿de qué color? ¿De cierre o final de comentarios?
Los finales suelen ser tristes. La tristeza va o se acompaña con el gris o con el negro.
Me gusta el negro, sin ser ni cuervo (aunque con tantos pájaros con los que fui obsequiado, lo mismo alguna influencia tengo), ni agorero. En todo caso, realista.
Colores del arco iris. Ni tiempo para elegir color. Se me han adelantado en la cola. Es que son unos… atletas.
De nuevo, y ya sí que cierro, con el toque de queda, y con la tristeza, también, de la depresión, a mojar tinta en el refranero, oportuno:
- Más vale pájaro en mano que…
- A mí que me quiten lo…
- Cada uno rasque su sarna
- No hay cosa más socorrida que un día tras otro, porque lo que no se hace hoy, mañana tampoco
- No hay mejor desprecio que no hacer aprecio