Cuando nos preguntan cómo podemos mejorar nuestro comportamiento ambiental, siempre ponemos todas las miradas en el reciclaje pero, ¿sabemos realmente qué es el reciclaje?
El proceso de reciclaje consiste en convertir los desechos en nuevos productos o materia prima para su posterior utilización, por lo que, lo que hacemos en nuestros hogares con los desechos que generamos no se trata exactamente de reciclaje sino de una separación de los distintos tipos de residuos en sus contenedores específicos para que posteriormente puedan ser tratados en las plantas de residuos para su reciclaje.
Pero antes de hablar de separación de residuos y reciclaje, tendríamos que reflexionar en las actuaciones que todos hacemos que generan residuos y que principalmente se engloban bajo el mismo paraguas: el consumo.
De bien es sabido que el ritmo de consumo que llevamos hoy día no vamos a poder sostenerlo en el tiempo, pues vivimos en un planeta finito y sus recursos naturales están siendo sobreexplotados a una velocidad tan rápida que no permite que sean regenerados. Y si sabemos que es así, ¿por qué no estamos concienciados en mejorar nuestro comportamiento ambiental? ¿Pensamos que no nos influye? ¿Es que no nos importa la herencia que vamos a dejarle a las futuras generaciones?
Si nos paramos a pensar en el estilo de vida que se suele llevar en una ciudad como la de Ceuta, no podemos negar que nuestro día a día y nuestras posibilidades de ocio giran en torno al consumo de bienes y servicios. Un consumo que generalmente suele estar asociado a la generación de residuos tanto de forma directa como indirecta. Esto hace que entremos en un círculo vicioso en el que consumir y generar residuos se convierta en lo más cotidiano y nos insensibilice a la hora de plantearnos las consecuencias que tiene consumir sin límites.
Por poner un reciente ejemplo, la inauguración de un conocido supermercado tiene una mayor repercusión que la mejora de algún bien social. Y esta repercusión no es porque se vayan a generar puestos de trabajo, sino realmente por el afán de comprar productos en él.
Resulta más difícil aún en una ciudad como Ceuta, plantearse las consecuencias que tiene el consumo de productos cuando desconocemos el origen de estos mismos, es decir, cómo y con qué se producen hasta que llegan hasta nuestras manos. Así pues, si por ejemplo nunca hemos estado en contacto con la agricultura y con la ganadería, difícilmente podremos entender qué repercusiones tiene medioambientalmente el consumo de carne, el de alimentos cercanos, de temporada o ecológicos. Estas cuestiones no surgen de forma espontánea a menos que estemos especialmente sensibilizados con el cuidado del medio ambiente. Tampoco se nos hace visible hacia dónde van a parar nuestros residuos una vez depositados en sus respectivos contenedores. No tenemos una información clara de ello, por lo que, ojos que no ven, corazón que no siente. Otro de los motivos por el que no nos involucramos en la gestión de nuestros residuos a través de su reducción y segregación.
Y ya por último, cabe comentar algunas posturas que rechazan segregar los desechos domésticos poniendo como argumento que estos que se separan en sus contenedores específicos vuelven a mezclarse u otros que justifican que al hacer la separación de residuos estamos quitando puestos de trabajo. Al hilo de estas comunes afirmaciones, solo me queda añadir que «quien quiere llegar, busca caminos; quien no, busca excusas» Vicente Cassanya.