El 25N es el Día Internacional de la Eliminación de las Violencias contra las Mujeres, y es de crucial interés, si queremos que el 25-N sea un día reivindicativo, que este sea el día de todas nosotras. Así como que todas nos sintamos incluidas
Para ello, uno de los pasos a seguir es usar el concepto de violencias en plural. Existen numerosos tipos de violencias. Si bien las violencias machistas son las más se visibilizan en este día, no es la única que merma la capacidad de agencia de las mujeres. La violencia estructural, la violencia simbólica, la violencia en el lenguaje, la violencia económica, la violencia social etc. son una realidad que afecta a gran parte de la sociedad en la que vivimos.
Concretamente, la violencia en el lenguaje y de cómo se articulan los conceptos es un hecho que discrimina mucho a las mujeres. El uso del lenguaje no es inocente. En las investigaciones sociales que posteriormente se plasman en producción científica y / o divulgativa se observa como existe una identificación entre sexo y género, ambas como categorías binarias. Dicho de otro modo, se acepta la distinción de lo biológico (sexo) y lo social (género) asumiendo que la condición biológica no determina lo que somos o cómo nos sentimos, es decir, nuestra identidad de género. Sin embargo, por el camino se relacionan directamente con la misma noción binaria, es decir, hombre-masculino y mujer-femenino, que además, es antagónica y jerárquica.
En la actualidad, cada vez más investigaciones de corte feminista introducen una tercera categoría en la variable género: “no se identifica con el género binario” u “otro género”, incluso las investigaciones más conservadoras utilizan “prefiero no contestar”. En ocasiones, investigadores e investigadoras cuando han sido interpelados sobre esta noción binaria del género responden que no es relevante, ya que es un porcentaje muy pequeño de la población. Esto en si mismo es un sesgo, puesto que, en primer lugar, no se eliminan categorías de respuesta basadas en una presuposición de que la respuesta puede ser baja -de hecho, en caso de ser baja se puede recodificar a posteriori-. En segundo lugar, sin investigaciones en las que se testen estas categorías de respuesta es imposible conocer los resultados de la misma. En tercer lugar, hay que visibilizar que existe una tipología de género muy amplia y no se puede encasillar a las personas en un binomio relacionado con el aspecto biologicista del sexo. Y en cuarto lugar, se están dejando de lado a una proporción de población -independientemente de su volumen- que no se identifica con un género binario.
Por supuesto hay niveles de conservadurismo dentro de la investigación social. Desde el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que sigue utilizando la variable sexo hasta los estudios especializados de género que cuentan con 6 a 8 categorías de género. Es necesario enfocar el debate en que no se puede seguir analizando ni el género bajo la construcción de la variable sexo, ya que eso aporta una visión reduccionista de la diversidad existente en la identidad de género.
Hoy 25-N es el día indicado para pararnos a reflexionar sobre las violencias de género existentes en nuestra sociedad; y cómo desde instituciones como la Universidad y los Centros de Investigación se siguen poniendo cortapisas, y cuando no también agresiones directas a través de la invisibilización del sexo-género, a quienes son mujeres.