Hoy, 18 de febrero de 2020, la Confederación Asperger España junto a todas sus entidades federadas, autonómicas y provinciales, volvemos a celebrar el Día Internacional del Síndrome de Asperger. Un día de celebración y reivindicación en todo el mundo donde, al menos una vez al año, los verdaderos protagonistas son las familias y las personas con Asperger y otros TEA de alto funcionamiento.
En noviembre de 2015 se aprobó, por unanimidad en el Congreso de los Diputados/as, una PNL sobre la Estrategia Española en Trastornos del Espectro del Autismo (TEA). Este hecho fue, sin duda, una muestra del compromiso y sensibilización de todas las fuerzas políticas con las más de 450.000 personas con TEA (de los que entre un 18 y un 25 % son Asperger) que hay en nuestro país (un millón si se tiene en cuenta a sus familias) que, a partir de entonces, sentían más cerca alcanzar la igualdad de oportunidades como ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho.
Somos conscientes de que éste fue solo un primer paso que precisa su materialización en un Plan de Acción, dotado de recursos y medidas específicas que favorezcan la sensibilización, identificación y respuesta a las necesidades de las personas dentro del espectro en las diferentes áreas y etapas de su ciclo vital, por lo que es importante recordar que el compromiso de materializar dicho plan en el plazo de un año sigue aún, más de cuatro años después, sin ver la luz ni materializarse.
Por otro lado, nuestros hijos e hijas siguen sufriendo aún la incomprensión de profesores, maestros y compañeros en el ámbito escolar porque resulta difícil comprender que personas inteligentes y sin ningún rasgo físico observable puedan tener una discapacidad social en la base de sus conductas o presenten sensibilidades perceptivas que, a veces, alteran el funcionamiento habitual de las clases.
Seguimos diciendo que, en educación, aún falta mucho por hacer. La diferente forma de aprender y procesar la información del alumnado Asperger necesita de la actualización del conocimiento del profesorado a todos los niveles. Nuestro alumnado no podrá desarrollar su potencial si el ambiente de las aulas es hostil y los métodos de enseñanza no se adaptan.
Un año más tenemos que seguir llamando la atención sobre la alta incidencia del acoso escolar, bullying o maltrato, como queramos llamarlo; incluso a veces, de manos de profesores, como el indignante caso del alumno de Jerez, atado y amordazado por un profesor que sigue en activo. No entendemos aún cómo se mantienen conciertos educativos con centros escolares que permiten, conociendo los hechos, que semejantes personas sigan educando.
Nosotros insistimos en que la discapacidad se supera cuando el entorno es solidario, mientras tanto son imprescindibles leyes de protección. Se necesita, pues, aún más formación de los profesionales para la detección en aulas y en consultas, de las personas con TEA o síndrome de Asperger.
Tenemos que priorizar la inclusión laboral efectiva y mantenida de un colectivo con un nivel del 80 % de desempleo. No hay autonomía sin empleo. Sin embargo, en cuanto la posibilidad de que las personas con Asperger puedan acceder al empleo público, hoy encontramos nuevas e insospechadas barreras. Si bien la ley contempla un cupo de reserva para personas con discapacidad, las personas con Asperger están encuadradas dentro del epígrafe de la discapacidad psíquica. Sin embargo, ese cupo no es accesible para ellas, parece que se ha esfumado, porque se ha dividido entre quienes tienen dificultades cognitivas y quienes padecen una enfermedad mental, circunstancias ambas que no concurren en nuestro colectivo. Es decir, se les reconoce discapacidad psíquica para su protección, pero no pueden acceder al empleo público por su cupo correspondiente. Esto es algo sencillamente rocambolesco y a nuestro entender, enfrentamos un escenario en el que las personas con TEA sin discapacidad intelectual asociada, quedan excluidas de facto del acceso al empleo público.
Hoy más que nunca es necesario el justo reconocimiento de la Discapacidad Social o Psicosocial, porque es la que manifiestan las personas con síndrome de Asperger o TEA nivel 1. Es una discapacidad invisible, cuya falta de reconocimiento, repetimos, les mantiene directamente excluidos del acceso al empleo público y al ejercicio pleno de sus derechos en éste y otros ámbitos de la vida comunitaria.
Pedimos que, en aplicación de los convenios internacionales de atención a los derechos de la infancia y a los de las personas con discapacidad, tengamos las mismas oportunidades para desarrollarnos como personas, a ser respetados y en definitiva a ser comprendidos e integrados, para ser autónomos, aportar a la sociedad y soñar con poder ocupar un espacio social sin violencias.
¡Feliz Día Internacional del Síndrome de Asperger, 2020!
Imágenes de Antonio Sempere