Estamos viviendo el que posiblemente sea el reto más difícil al que nos hemos enfrentado como sociedad, muy especialmente desde nuestro sistema de salud. En gran parte, lo que motiva los esfuerzos de contención que mantenemos, no es otra cosa que la prevención del colapso de nuestros hospitales y recursos sanitarios. El aislamiento geográfico, que para nuestra ciudad suele ser un hándicap, podría convertirse en estos días en la baza que nos libre de lo peor de la tormenta.
No vamos a entrar en la crítica fácil a nuestros directivos. Somos conscientes de que la situación actual era difícilmente previsible y sabemos que la gestión de una demanda masiva de atención es una labor altamente compleja y delicada. Sin embargo, y pese al sobreesfuerzo que se está realizando para afrontar la pandemia, no podemos dejar de transmitir y reivindicar las demandas de nuestros trabajadores y trabajadoras.
En primer lugar, hay que hacer hincapié en la importancia de una información actualizada y directa. Nuestros compañeros y compañeras no tienen datos de primera mano acerca del planteamiento de respuesta del hospital, del número de pruebas disponibles, de la posible movilización, etc. En un momento como este, donde todo son rumores, la información veraz, algo perfectamente factible en nuestra época, se erige en absolutamente indispensable. No es de recibo que profesionales sanitarios se enteren prácticamente de casualidad o de oídas de la suspensión de consultas externas; o que la parte operativa del plan de contingencia aún no se haya trasladado directamente a los trabajadores y trabajadoras; o que desconozcamos el número de equipos de protección, sus características y la fecha para la que se espera su llegada. La información oficial, real, directa e inmediata es indispensable ante la incertidumbre que nos inunda.
En segundo lugar, es necesario que se pongan en marcha todos los medios necesarios para que todo el personal, tanto del INGESA como de los centros de hemodiálisis, mayores o asistencia a domicilio, cuente con materiales de protección adecuados y suficientes, así como con la posibilidad de acceder a la prueba del covid. Los y las profesionales del INGESA no podemos sentirnos en situación de abandono, ni debemos convertirnos en vectores ante la población a la que atendemos. Al contrario. Debido a que somos la última y más directa línea de defensa de la sociedad, es crucial que no seamos foco de contagio involuntario, especialmente para los y las pacientes de mayor vulnerabilidad.
Por otra parte, también es necesario que el INGESA, analice pormenorizadamente cuántos recursos reales son necesarios en el escenario actual. Recordemos que la necesidad de profesionales puede deberse a diferentes razones, como la sobredemanda o la necesidad de aislamiento o tratamiento de los propios profesionales, entre otras. Del mismo modo, habrá que atender, una vez superada esta crisis, a la demanda de asistencia acumulada por el parón de consultas externas y atención primaria, así como dar respuesta a los compañeros y compañeras que requieran de unas medidas de conciliación mínimas en el caso de que esto se prolongue. También sufrimos los efectos de la pandemia y también tenemos a nuestro cargo a personas mayores a las que cuidar, de ahí la necesidad de un conjunto de medidas que permitan adaptaciones de jornada, reducciones u otro tipo de permisos que pudiésemos necesitar. Asimismo, hay que localizar y atender especialmente a los compañeros y las compañeras que se encuentran en los grupos de riesgo (embarazadas, personas con diabetes, enfermedades cardiovasculares, enfermedades respiratorias crónicas…).
Fdo. Ángel Lara.
Secretario General FSS de CCOO de Ceuta.