El pasado miércoles durante el transcurso del debate para la prórroga del Estado de Alarma, decretado a consecuencia de la pandemia provocada por el COVID-19, se fue evidenciando por parte de la ultraderecha y la ultra-ultra derecha una doble moral torticera. Mientras se apoyaba la ampliación de dicho Estado por 15 días más aludiendo a la responsabilidad patriótica, se intentaba sacar rédito político de la situación señalando como culpable de la misma al Gobierno de coalición PSOE-UP, llegando incluso a pedir dimisiones y hacer amenazas, algunas ya materializadas en los juzgados, de ir a los tribunales porque, según dicen, se ha actuado tarde, se ha actuado mal y, lo más surrealista de todo, se ha actuado desde un punto de vista ideológico…
La realidad, tozuda ella, es bien distinta y nos muestra una situación de dejadez, precariedad y abandono, producto de las políticas sanitarias llevadas a cabo por las Comunidades Autónomas que son las que tienen las competencias de Sanidad transferidas, que el Gobierno central no tenía forma de conocer en el momento que asume el mando centralizado. De hecho las privatizaciones, externalizaciones y recortes drásticos en Sanidad, se llevaron a cabo durante los gobiernos de Mariano Rajoy y en la Comunidad de Madrid, la más afectada por la epidemia y en la que más se ha evidenciado la falta de recursos, con más de veinte años de gobierno ininterrumpido, e irresponsable, del PP, ahora resulta que es culpa de un Gobierno que no ha tenido competencias en el tema hasta que se decreta el Estado de Alarma.
Si la Sanidad en España no estaba en condiciones de asumir de una forma más efectiva la lucha contra el coronavirus, no es responsabilidad del Gobierno que ha asumido el mando hace menos de 15 días, no, es de la gestión realizada hasta ese momento por las Comunidades Autónomas y muy especialmente por las gobernadas por el Partido Popular, muy liberales ellos, que se habían dedicado a recortar presupuestos y desviar el poco que iban dejando a la sanidad privada dejando un rastro de hospitales con plantas vacías, sin camas, sin material de protección y con poquísimo personal, pues hay que dejarlo en manos de la iniciativa privada, como dicta su ideario, claro.
En vista de esa hipocresía oportunista por la que han optado los adalides del neoliberalismo ultraconservador y ultraderechista, uno llega a plantearse: ¿son patriotas o patrioteros?
La respuesta es obvia, el patriotismo no consiste en fomentar la división entre tus compatriotas en momentos tan delicados como los que vivimos, no, un patriota cierra filas ante quien está encargado por el pueblo a dirigir el país. los reproches vendrán luego, en su momento, cuando se consiga mitigar la epidemia, para nada durante la lucha, porque se trata de que todos rememos a una, no cada uno pensando en como puede utilizar lo que ocurre para obtener ventaja política. Eso es patrioterismo, un patrioterismo punitivo, pues sólo busca condenar al que piensa diferente, dándole exactamente igual si es el momento oportuno o no, si va a ayudar en la lucha contra la pandemia o no, pues lo único que se busca es crear en el imaginario colectivo la idea de que el Gobierno es negligente, actúa con desidia y sin rigor, no hace nada y que si algo hace es imponer su ideología. Ese es el mantra de la ultraderecha y la ultra-ultraderecha.
Está claro que tanto PP como VOX han optado por esa estrategia durante el transcurso de esta situación excepcional, la crisis más grave que nuestra democracia a afrontado desde que nació, y seguirán igual, repitiendo mentiras, manipulando verdades e inventando todo tipo de acciones en la que vean un atisbo de poder herir de muerte al Gobierno de Coalición. Con esas intenciones tan a la vista y ya que ambos son hijos de aquella Alianza Popular que fundaron 5 ministros del dictador, quizás debería el Partido Popular, sin necesidad de cambiar sus siglas, cambiar su nombre por el de Patrioteros Punitivos, seguro que les describe mucho mejor y lo mismo hacen volver al redil a esos patrioteros punitivos rebeldes de VOX, ¿no creen?