Los dos diputados no adscritos han remitido un comunicado en el que hacen una valoración sobre la unidad de la que han hecho gala, hasta ahora, los/as parlamentarios/as de todos los grupos políticos de la Asamblea y esperan que así siga siendo, al menos, hasta que cese el estado de alarma: «En la asamblea no quisimos, o nadie se atrevió, a entrar en tan macabro juego. Seguramente porque el graderío ciudadano está demasiado pegado al ruedo. No quisimos convertimos en la pandemia durante la pandemia. A ver cuanto nos dura…»
El diputado José María Rodríguez y la diputada María del Carmen Vázquez, ambos en condición de «no adscritos» a ningún grupo parlamentario tras abandonar las filas de Vox Ceuta argumentando «cuestiones ideológicas, discrepancias internas y trato discriminatorio del Presidente de la Gestora y sus allegados«, así como una deriva «racista» en el seno del partido, han permanecido en un perfil bajo desde que protagonizaron aquel terremoto político.
Sin embargo, ante la situación actual de emergencia sanitaria y tras la unanimidad mostrada en el último Pleno de la Asamblea, han enviado un comunicado conjunto en el que hacen una valoración de la respuesta que ha tenido la clase política en Ceuta:
Política en tiempos de pandemia
Si la situación no fuera tan trágica, tan desesperada, podríamos hacer un chiste fácil con el título de esta humilde colaboración en prensa.
Pero desde luego no es el momento. No hay nada más esclarecedor para la mente del ser humano que darse de narices con la realidad, siempre tozuda. A veces, como en nuestras circunstancias, no solo tozuda sino también trágica.
Sin duda un revulsivo, muchas veces amargo, que nos hace aterrizar en nuestra triste y frágil condición de simples seres vivos.
Esto ocurre incluso con los políticos, una de los especies vivas con la piel más dura… y miren que atravesar esa epidermis cuesta. Sino, que le pregunten a los sufridos votantes. Pero fíjense, ocurrió el prodigio que pocas veces se ve en política. Más últimamente en la política española, sobreideologizada y llenas de ideas descabelladas y brindis al sol. Oigan este milagro surgió en la modesta Asamblea de Ceuta. Provocado, sin duda, por el jarro de agua fría del coronavirus.Y la Asamblea se mostró unánime.
Unánime en las condolencias y el pesar compartido ante los enfermos y fallecidos. Unánimes también, y por supuesto, en el apoyo a nuestros sanitarios, a nuestras fuerzas de seguridad, a nuestras fuerzas armadas. Unánime, en resumen, a todos aquellos que han permanecido (y permanecen) en sus puestos de trabajo, por muy humilde e insignificante que nos parecieran antes de la pandemia, exponiendo como mínimo su salud, para que a los que estábamos confinados no nos faltase de nada.
Todos ellos han estado, en distintos grados, en primera línea de fuego durante el combate contra la enfermedad. Afortunadamente todos en la Asamblea, no podía ser menos, exhibimos unidad ante la
difícil situación por la que pasamos.
Pero además estuvimos de acuerdo en apoyar una serie de medidas tanto del gobierno de la nación como del gobierno local que remediasen, mínimamente, a la dolorida ciudadanía en la catástrofe económica que acompaña a la pandemia. Ayudas a autónomos, empresas, trabajadores, familias… Desgraciadamente, es de observar, que este prodigio local, no está ocurriendo a nivel nacional donde parece que esa dura epidermis política no es tan fácilmente traspasable, y la diatriba política a veces resulta bochornosa. Y más vistas las circunstancias.
Seguramente el milagro del último pleno de Ceuta tuvo mucho que ver con ese revulsivo que las desgracias producen, a veces, en el ser humano. No dudamos que este sea el primer motivo, humanitario, compasivo, el que nos movió a los que estuvimos en aquella sesión y mostramos de palabra y voto nuestra unión.
Bueno, los que somos diputados no adscritos menos, puesto que en muchas cuestiones no se nos deja expresar nuestra opinión. Dicho sea de paso.
Pero todo hay que decirlo. En la asamblea también se siente mucho más el aliento del ciudadano. Entiéndase, con perdón de la ironía, el hálito del votante en el cuello, más que el aliento en sentido de apoyo, que también muchas veces se aprecia.
Esta presión debe ser mayor que en nuestro parlamento nacional, donde los líderes de las distintas fuerzas políticas, se dedican a jugar a los dados con nuestro porvenir, contando votos y diputados, no los que tienen ahora, sino los que podrían tener pasada la pandemia… por supuesto aprovechando fallecidos y desastre en un sentido u otro según toque y sople el viento electoral.
En la asamblea no quisimos, o nadie se atrevió, a entrar en tan macabro juego. Seguramente porque el graderío ciudadano está demasiado pegado al ruedo. No quisimos convertimos en la pandemia durante la pandemia. A ver cuanto nos dura…