La artista lanzó mensajes feministas, antirracistas, ecologistas, en defensa de la justicia social, la conciencia colectiva, el amor propio y la exaltación de la amistad. Un concierto en las Murallas Reales de esos que dejan huella, sonrisas y esperanza
Ceuta vivió anoche con Rozalén un ejemplo de cultura de la que hace pensar, reflexionar y construir en colectivo. Esa cultura que va más allá del espectáculo. La artista albaceteña llenó las Murallas Reales de buen rollo y creó un ambiente agradable con sus letras críticas pero cargadas de esperanza. Letras que cantaba con una voz singular y bonita con la que lanzaba mensajes que con seguridad calaron en los asistentes.
La cantante quiso agradecer a la ciudad todo el cariño recibido y es que Rozalén y su equipo llegaron un día antes y pudieron hacer algo de turismo, conociendo las maravillas de Ceuta pero también a su gente. Dos días en los que tuvieron tiempo hasta para hacer kayak por las costas ceutíes y comer un buen cous-cous. “Desde ayer hemos recibido muchas muestras de cariño y vivido cosas mágicas. Es un lugar bonito y los lugares los hace la gente (y la comida), así que de corazón muchas gracias”, dijo sobre el escenario.
Acompañada de un gran equipo y variedad de músicos, además de Beatriz Romero, la intérprete de signos que siempre la acompaña y hace que su música mucho más inclusiva, ofreció un espectáculo de unas dos horas en un entorno histórico como son las Murallas. Cantó canciones como ‘La línea’, que habla sobre las fronteras y busca empatizar con las personas migrantes, algo tan necesario en nuestra ciudad. “La línea trata de la frontera que separa tu alma de la mía y va a ser especial cantarla aquí que convivís con ciertas cosas. Y con la deshumanización muchas veces”, señaló la artista. “Nadie migra por gusto, partir es siempre partirse en dos”.
Mensajes feministas, antirracistas, en defensa del amor propio, la conciencia colectiva, la exaltación de la amistad… su música conforma una lista de valores que todas las niñas y niños deberían escuchar. De hecho, el grupo de los más pequeños fue uno de los que más disfrutó, muchos de ellos levantándose de las sillas para ponerse de pie en primera fila.
El concierto finalizó con todo el mundo de pie y sonando ‘La Puerta Violeta’, uno de sus temas más famosos de Rozalén en el que hace un alegato contra el machismo y por la liberación de la mujer. El boche final fue una bola de discoteca celebrando que estamos “llenas de vida”, reivindicando nuestros cuerpos naturales, con arrugas y con los pechos caídos, síntomas de la vida que hay que celebrar.